Adiós entre chácaras, tambores y romances.

23.09.2017. San Sebastián de La Gomera.

José Fillo Martín le pidió a su familia que los enterraran en medio del sonido de chácaras, tambores y romances. Y así ocurrió. La familia cumplió la promesa y este folclorista recibió sepultura el pasado 17 de septiembre rodeado de los sonidos que a lo largo de toda su vida más amó y habían surgido de sus portentosas manos. Porque Fillo Martín, dedicó gran parte de sus 87 años a ser uno de los impulsores de las principales tradiciones musicales de La Gomera; el toque del tambor, de las chácaras y el recitado del romance.

Entre las personas que han querido rendirle un sincero homenaje está el presidente del Cabildo de La Gomera, Casimiro Curbelo Curbelo, amigo personal suyo y quien por eso ha sentido especialmente esta despedida. Considera que el sepelio llevado a cabo hace días supone un sincero reconocimiento a la labor de un folclorista que debe ser recordado. De él resalta Curbelo que era una persona “muy humilde, muy trabajador” y que luchó por mantener vivas las tradiciones musicales más arraigadas a La Gomera. “Creo que deja detrás de sí una estela y una herencia no sólo humana sino también en defensa de los valores más propios de la Isla y de nuestro acervo cultural”.

Su hijo, Francisco Martín, recuerda que su pasión por el folclore viene de épocas remotas y se pierde en el tiempo. Fillo no sólo tocaba estos instrumentos sino que también los fabricaba y afinaba. Cuando se le pregunta al hijo cuál cree que fue el principal mérito de su padre, no duda en señalar que haber enseñado a tocar estos instrumentos por toda la Isla. Y hacerlo además de forma altruista, impulsado tan sólo por su interés en que el tiempo no hiciera que estas tradiciones cayeran en el olvido.

Fillo Martín pasará a la historia del folclore gomero por ser una de las pocas personas que era capaz de tocar las chácaras cambiado de mano, de manera que con cualquiera de las dos podía repicar y seguir el ritmo del tambor. En estos momentos esta habilidad sólo la práctica su sobrino, José Ángel Febles Martín. Su hijo recuerda que con el tiempo, lógicamente, fue dejando de cantar el romancero y de fabricar chácaras, pero siempre mantuvo su pasión por las tradiciones de la Isla. Curiosidades de la vida, es ahora de mayor, cuando su hijo tiene más interés en aprender a tocar estos instrumentos.

Febles Martín, por su parte justifica que su tío se volcara en él para transmitirle sus enseñanzas porque “seguramente vio que de pequeño tenía interés y por eso hizo más inciso conmigo que con los demás”. De su tío recuerda especialmente el romance que dice: “Si fueras al monte dama, del pino tráeme una rama”. A partir de esta base el grupo responde y luego se da paso a la improvisación buscando siempre que las frases rimen entre sí. Recuerda como momento especialmente emotivo cuando hace cuatro años su tío acudió en silla de ruedas a la puerta de la iglesia de Agulo y en el momento en el que salió la virgen de Las Mercedes se puso a repicar las chácaras. El grupo de tocadores con el que siempre había actuado se le acercó y lo acompañaron. Precisamente, en estas fechas se celebran las fiestas de Las Mercedes, con lo cual para muchos resultarán especialmente tristes.

Febles Martín dice que la pasión por el folclore lo comparte toda la familia. Como maestro asegura que era un poco exigente pero lo hacía para que los alumnos aprendieran bien lo que les quería transmitir. La reflexión que lanza este folclorista es que debe hacerse lo posible para evitar el intrusismo que se está produciendo en la Isla y que trae como consecuencia una devaluación del folclore. “Hay grupos de personas que aprenden de oídas y luego se ponen a tocar por todos lados sin saber lo que están haciendo. Debería establecerse algún tipo de control”, señala.

Sobre el momento del entierro indica que fue tan emotivo que resulta imposible explicarlo con las palabras. “Hicimos un esfuerzo tremendo para no dejarnos llevar por la tensión y que no nos traicionaran los nervios y pudiéramos tocar hasta el final. Nos costó pero lo conseguimos”. El resultado es que entre todos lograron que Fillo Martín fuera enterrado como él había deseado. “Era una especie de promesa que nos hizo cumplir. Un día cuando lo visitamos nos dijo que no dejáramos que lo enterraran sin que sonaran las chácaras y al final hemos podido cumplir su deseo”.

Guadalupe Torres Rodríguez es otra folclorista que conoció a Fillo y recibió más de un conocimiento de su parte. “Sólo puedo decir que era una bella persona. Cualquier cosa que le preguntabas él te lo contaba y lo hacía de una manera muy afable y cariñosa”. Esta joven lamenta que en la actualidad, a causa del inevitable paso del tiempo, se esté perdiendo toda esa generación de folcloristas y cree que se debe hacer lo posible para mantener viva su memoria y conocimientos. Cuando se le pregunta cuál cree que fue el principal mérito de Fillo Martín, asegura que “la constancia porque siguió hasta el final enseñando lo que sabía. Incluso en la residencia de Hermigua tenía su rinconcito en el que se entretenía labrando chácaras”. También recuerda su fuerza y pasión que le ponía a todo en lo que hacía y señala que estas fiestas de Las Mercedes serán doblemente emotivas.

Durante el entierro sonó el pie de romance que decía: “el Tambor está apenado porque Fillo se ha marchado”. Aunque la familia quería una ceremonia más íntima, al final el cariño que le tenía el pueblo hizo que un numeroso grupo de personas llegaran desde diversos lugares de la Isla para rendirle un sincero homenaje. Y es que Fillo destacó por participar en los actos folclóricos más importantes que se celebraban en La Gomera a lo largo de los años.


 


 

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