"Lo que más criticamos en los demás".

29.05.2017. Redacción / Opinión.

Por: Grego Calzadilla.

Por regla general, las virtudes que más admiramos en otras personas son las que nos estamos esforzando en desarrollar en nosotros mismos, y al ver que ellos las poseen naturalmente, o por su propio esfuerzo, crea en nosotros el sentimiento de admiración y devoción.

Admiramos la valentía porque queremos ser valientes.

Admiramos la Sinceridad y la Honestidad porque nos gustaría ser sinceros y honestos en todo momento.

Admiramos a la gente centrada y con las ideas claras porque, por lo general, a nosotros nos cuesta mucho decidir qué camino tomar en muchas facetas de nuestra vida.

Admiramos a la gente abierta y alegre porque nosotros nos sentimos más reservados que ellos y menos sociables....

Pues, de la misma manera, las características de nuestro carácter y personalidad con las que no estamos en armonía (y que muchas veces odiamos y nos criticamos silenciosamente) son las que atacaremos con más virulencia en los demás, ya que somos expertos en detectarlas al sernos muy familiares en nuestro Ser.

Esas personas que criticamos nos recuerdan a nosotros mismos en eso que no nos gusta de nosotros.

Si acudimos a un viejo y conocido refrán, podríamos decir que "los opuestos se atraen, casi siempre". O dicho en palabras más psicológicas nos expresaríamos diciendo que “Los diferentes a nosotros nos producen una irresistible e irrefrenable atracción y fascinación, por lo general”.

Casi todos nuestros ídolos en la gran pantalla o en la vida real son personajes que poseen todo lo que creemos que a nosotros nos falta y nos gustaría tener. (Coraje, Ímpetu, Valentía, Belleza Física, Son emprendedores, Arriesgados, Triunfadores, Nobles, etc.)

Dicho esto, no es difícil deducir que lo que más repudiamos en los otros es lo que primero ya nos hemos criticado (y censurado) en nosotros mismos.

No es malo diferenciar e intentar mejorar aspectos en nosotros que nos pueden conducir a una insatisfacción personal y a la infelicidad, al contrario, muchas veces éste es un camino necesario e inevitable para la búsqueda de nuestro Crecimiento en todos los sentidos. Lo malo es ser demasiado estrictos y severos con ello no dándonos cuenta de que somos almas en un proceso de aprendizaje y mejoramiento, y que debemos perdonarnos más a menudo y ser más tolerantes con ese aprendizaje en tanto no hayamos superado ese “supuesto escollo”. Las prisas no son buenos ni tan siquiera para mejorar. Lo importante es que prime la voluntad de hacerlo y de disfrutar con el proceso.

Siendo comprensivos y condescendientes con nosotros, de manera amorosa y bondadosa, aprenderemos a serlo de igual forma con el prójimo, ya que esas personas también son almas que se esfuerzan por ser cada vez mejores en su proceso vital.

Haciendo las paces con las partes de nuestro Ser que menos nos gustan haremos las paces con esos mismos "defectos" que detectamos en los demás, y dejaremos de tachar escarnecidamente todo lo que nos desagrade o moleste de ellos. Aprenderemos a ser tolerantes, indulgentes y comprensivos, a no juzgar, y a desarrollar la piedad.

Tu mayor preocupación en esta vida debería ser vivir lo más feliz, en equilibrio y en paz contigo mismo posible, porque eso repercutirá de igual manera en tu trato de concordia hacia el resto del mundo.

Es una Ley Cósmica Universal, y se llama la Ley de Correspondencia. Todo lo que ves reflejado en tu mundo ha salido primero de ti.

Si estás despeinado y te miras en un espejo y no te gustas, lo más natural es peinarte para que la imagen reflejada cambie. No es lógico que te líes a golpes con el espejo, puesto que lo único que hace es reflejar fielmente tu
aspecto, ¿No es así?

Debemos aprender a vivir en paz con nosotros mismos. Eso implica ser menos rígidos con nuestras “sombras”, y con las partes de nosotros que menos nos gustan.

Intentemos superarlas si constituyen un impedimento en nuestro avance y desarrollo personal ¡Claro que sí¡, pero haciéndolo de manera considerada para con nuestro Ser y nuestra propia Alma, y dándonos nuestro propio
tiempo.

Comenzaremos a darnos cuenta de que cuantos menos “defectos vitales y odiosos” veamos en nosotros, menos los veremos en los demás.

Nuestra relación con el mundo comenzará a cambiar. Será más amigable y respetuosa. Nos sentiremos más plenos y dichosos con el entorno, y los “defectos”, dejarán de serlo tanto, para convertirse simplemente en “retos”.

Piensa que seguramente lo que para ti es “una imperfección propia” otros la verán como “una virtud” que te hace admirable, al igual que tú verás admirable las virtudes de otros (y que para ellos puede que sea una imperfección).

¡MEDITA SOBRE ELLO¡

Grego Calzadilla

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