Una obra maestra

23.11.2020 | Redacción | Opinión

Por: Óscar Izquierdo

Presidente de FEPECO

La inversión significa adelanto que genera progreso, propiciando un crecimiento económico, que lleva aparejado un desarrollo social evidente. Todos los territorios, ya sean países, comunidades autónomas, islas o ayuntamientos, intentan de una manera u otra, atraer las inversiones más rentables, para conseguir una mayor riqueza social. Pero hay que poner los medios oportunos, suficientes y sobre todo, atractivos, para ser deseable invertir en un lugar determinado. Porque donde no hay rentabilidad se huye rápidamente, nadie está dispuesto a arriesgar para perder. Esto significa que hay que innovar constantemente, buscar nuevos nichos de negocio, agilizar trámites burocráticos, facilitar operaciones económicamente tractoras e impulsar la ejecución de obra pública y privada. Es la forma de prosperar, de no quedarse atrás viviendo de un pasado glorioso, que ya no existe y que no sirve para nada al presente, que necesariamente tiene que ser impulso para un futuro mejor. Se ha dicho repetidamente que el que no avanza retrocede, o por lo menos, se queda estático. No vale esa posibilidad, porque las ocasiones no se esperan, se buscan. Caminando y mirando para detrás te caes indefectiblemente o soñando en un futuro que no sabes cómo va a suceder, pierdes tontamente el tiempo. Es el ahora, lo que tiene posibilidad de moldearse y hay que hacerlo como una obra maestra.

Frente a la incertidumbre que nos rodea en todos los ambientes, pensamientos o gestiones a realizar, sobre todo, por como seguirá evolucionando la pandemia del COVID-19 y sus efectos sobre la economía o la estabilidad social, hay que imponer la novedad, invención o aprovechamiento. Las decisiones para tomar no son fáciles y menos infalibles, tienen una carga bastante grande de desvanecerse en soluciones inapropiadas, entre otros motivos, porque todo lo que está sucediendo es novedoso, un fenómeno global, nunca visto ni vivido antes que, partiendo de una crisis sanitaria, irradia sus efectos sobre casi todos los ámbitos vivenciales. Hay que reinventarse, con una adaptación fructífera, que vaya aportando resultados eficientes. Es el momento de la especialización y la profesionalidad, unido a la solvencia de los que tienen la obligación de tomar las resoluciones convenientes en cada momento y para cada caso concreto, con el fin de volver a la tranquilidad, a la garantía de poder vivir sin sobresaltos, ni asustados por las noticias negativas que nos inundan. Todos, en sus distintas esferas de actuación profesional, social o personal, tenemos la responsabilidad de aportar, sumando propuestas, inflando las ganas, para salir avante.

La actividad económica no puede frenarse, que ya de por si es un gran problema y por supuesto, sería catastrófico que volviera a pararse en seco. Hay que ingeniar acciones, que posibiliten una seguridad sanitaria, con un desenvolvimiento normalizado del conjunto del sistema productivo. La iniciativa privada y más concretamente el tejido empresarial, es fundamental para mantener la actividad, generar positividad y cuando sea posible, crear más empleo. Que no es sólo y fíjate que es primordial, llevar la manutención al hogar o al núcleo familiar. Es mucho más, es aportar dignidad a las personas. Por eso, de lo que se trata es de poner como prioridad absoluta, un binomio que hay que compaginar adecuadamente, salud-trabajo, para conseguir adecuarse a los acontecimientos que nos están afectando.

Aunque puede haber algunos casos, pocos, pero que sabemos que los hay, de los llamados “profesionales de las ayudas sociales”, que conocen todos los vericuetos burocráticos y cronológicos, para acceder a cuantas subvenciones salgan. La realidad nos dice que, la inmensa mayoría de las personas, lo que quieren es trabajar, ganarse el sustento con nobleza y contribuir a la riqueza comunitaria. Ahí está el reto, propiciando desde la gobernanza pública, las condiciones que hagan posible una actividad ordinaria de las empresas, que propicie el empleo tan deseado. Todo lo demás es pura palabrería hueca.


 

Imagen: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO

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