El aprecio y cariño de los auténticos amigos.

08.02.2017. Redacción.

Por: Grego Calzadilla.

Los amigos y las personas que queremos, y en las que confiamos, puede que no siempre estén a la altura de lo que esperamos de ellas, y eso puede producirnos abatimiento y amargura.

No hay mejor manera de saber si una persona en la que confías te quiere y te aprecia de verdad, que observando su reacción y su comportamiento ante los que te acusan y critican; sobre todo, si sabe que no te tiene cerca
para que la escuches.

Es indudable que no somos “monedita de oro” para nadie, y que no podemos caer bien a todo el mundo. También es indiscutible que no somos perfectos y que todos estamos aquí para mejorar, corregir y cambiar conductas que nos alejan de la felicidad y la dicha; y nuestra actitud, antes que de resistencia y terquedad, debe ser siempre de estar abiertos y dispuestos a ese cambio y mejoramiento, sobre todo, para que nuestra experiencia vital y el contacto con nuestros semejantes sea amable y reconfortante.

Pero una de las causas que más nos produce tristeza y desolación es recibir la traición de los que creíamos que eran nuestros amigos verdaderos y aliados, porque a nadie se le obliga a permanecer a nuestro lado si no quiere, y si no somos de su agrado. Es preferible que se muestren de manera sincera y honesta antes que colocarse una máscara de falsa amabilidad e hipocresía. Pero es evidente que eso requiere valentía, seguridad y
madurez, y no todo el mundo está capacitado para tenerlo.

¿Por qué sucede esto?

La principal causa de esta conducta suele ser la falta de autovaloración y autoestima de las personas. Al no valorarse y quererse a sí mismas, igualmente creen que nadie las valora y las quiere a ellas, sin apreciar que su aportación personal también es muy importante y fundamental para nosotros. Se acostumbran tanto a vivir a nuestra sombra que, poco a poco, esa sombra  termina sumiéndoles en la más profunda y negra oscuridad de sus
propios miedos e inseguridades. Y es sólo cuestión de tiempo que broten sentimientos de envidia y odio en su corazón.

También, otra característica típica es que están constantemente a la defensiva y en plan víctimas (todo el mundo es culpable menos ellos). Cada vez que les ocurre algo malo acusan a los demás de sus problemas, sin
entender que al menos el  50% de la responsabilidad es suya también. Y si finalmente, por casualidad, reconocen en silencio que se han equivocado, les costará horrores admitir su error abiertamente y disculparse o pedir
perdón, intentando así quitar importancia al asunto y que sea olvidado lo antes posible por los afectados de sus procederes poco acertados; como si no hubiese pasado nada.

Esta manera de encarar las situaciones hace que no dialoguen y no se esfuercen en mejorar, encasillándose en el mismo comportamiento una y otra vez: peleándose continuamente con todos, rodeándose de gente que les dé la razón hasta que los afectados sean estos, y perdiendo a sus amigos más fieles y valiosos.

¿Qué hacer en estos casos?

Si te ha tocado a ti, lo más importante es no hundirte ni entristecerte en exceso. Si alguien te ha decepcionado y defraudado en este sentido debes saber que, si tu afecto y tu cariño fueron sinceros y verdaderos hacia esa
persona, no ha sido en vano vuestra amistad; aunque duela.

Puedes llorar, chillar y patalear, o desahogarte con alguien de confianza, pero no es bueno que te quedes con ello dentro, te enfermará. Piensa que en la vida todo sucede por algo, y siempre para bien, y que a veces las
personas acumulan cicatrices y heridas del pasado que no han sido sanadas del todo, y que les hacen actuar así.

También, y viendo el lado bueno al fin y al cabo, esto puede suponer una gran oportunidad para poner a prueba tu tolerancia y tu capacidad de perdón hacia los demás.

Es importante que intentes mitigar tu dolor recordando sólo vuestros buenos momentos vividos y el lado amable de vuestra relación de amistad (lo importante es la satisfacción que hubo en esos momentos, y no como han
acabado, porque te han ayudado a ser feliz y a mejorar como ser humano). Y más que odiar a esa persona, apártate de su camino y deséale todo lo mejor desde lo más profundo de tu corazón. No te contamines con su rabia y su resentimiento, ni tampoco dejes que te tienten la ira y el rencor. El tiempo siempre da la razón a quien la tiene, y pone a cada uno en su lugar, te lo aseguro. Es una ley kármica y universal.

Finalmente, cabe destacar, que el gran beneficio de todo esto es poder saber quién te quiere y te aprecia de verdad, y quién no. Eso es una gran ventaja para rodearte de gente genuina, honesta y fiel, y de amistades verdaderas que duran para toda la vida. Después de todo, más importante que tener muchos amigos, es tener buenos y auténticos amigos.

 

 

 

Grego Calzadilla

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