La escritura como refugio del momento

03.09.2022 | Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

Una vez más, la escritura me acompaña en los momentos más puntuales de mi vida. Supongo, como ser humano que soy, hay momentos en la vida donde la moral se tambalea y los ánimos no son tan consistentes como en otras ocasiones, pero sigo haciendo un gran esfuerzo mental para mantenerme ileso ante una posible amenaza de “bajona”. Supongo que muchos poetas de aquella España oscura liderada por el franquismo también se refugiaron en la prosa poética como alimento del alma e inspiración personal, con el objetivo de mantener su cerebro activo ante un posible desgate moral. Muchas son las causas que conlleva para decaer en momentos determinados en la vida de cualquier ser humano. Es muy difícil vivir cada día en una sociedad donde viven millones de personas. Ideas y pensamientos distintos provocan unas series de conflictos lingüísticos, especialmente cuando existen dos o más comunidades de hablantes, cuyo objetivo final es establecer un orden de prioridad personal en la búsqueda de la razón.

Según voy cumpliendo años me dio cuenta que cada estación del año, etapas o ciclos vividos, son diferentes. Posiblemente, somos “fabricantes” de nuestros propios errores y aciertos. No sé si es provocado por la ley de la naturaleza o por instinto propio de lo que somos. Lo cierto es, que mantener un equilibrio emocional con otras persona durante mucho tiempo se me antoja muy difícil, pero no imposible, aunque para ello la comunicación compartida y llevada a buen término, es también importante a la hora de establecer unos códigos de conductas positivos.

Para finalizar, me dio cuenta, una vea más, que la escritura supone mi salvavidas en los momentos que lo necesito. No puedo ni debo flaquear, ya que mi vida solamente depende de mí. Debo darle actividades a mi cerebro, aunque para ello atreviese un momento de “desgarro” emocional debido a los desencantos vividos en mi vida, pero también provocados por mis propios errores. Así pues, otra batalla emocional que tengo que librar conmigo mismo, pero obligándome a superarme en un mundo que cada día se me hace más competitivo y complicado entre la misma especie a la que pertenezco.

Imagen de archivo: Rafael J. Lutzardo Hernández | CEDIDA

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