10.08.2024 | Redacción | Opinión
Por: Rafael J. Lutzardo Hernández
Cuando todavía estamos metidos en la estación veraniega, en pleno mes de agosto del año 2024, muchas personas me dicen que las Navidades están a la vuelta de la esquina. Una teoría fundamentada tras desaparecer el verano. Y en cierta manera, si nos paramos un poco y pensamos de manera serena, no les faltan razones. Entiendo, que no solamente llegarán las fechas navideñas. También, llegará otro año nuevo, pero no podemos olvidarnos que según se van los años nuestras vidas en este planeta tierra también.
Claro, no es cuestión de estar pensando que más tarde o temprano tendremos que abandonar este mundo. Eso ya está escrito en el calendario de la vida de cada uno de nosotros. Lo importante, y así es como pensamos la mayoría de las personas, es vivir el día a día. La muerte ya la tenemos asegurada. Por lo tanto, sigamos viviendo lo mejor posible, siempre y cuando tengamos la suerte de tener mucha salud.
Por otro lado, bastantes problemas hay en este comienzo de siglo XXI como para estar pensando o presagiando el final de nuestros días. Lo más importante es estar vivo, jóvenes o mayores, pero vivos y con calidad de vida. Tampoco descubro nada nuevo si escribo que muchas personas cuando tienen un periódico en sus manos lo primero que leen son las páginas de las esquelas. Sobre todo, para observar si era algún conocido y la edad que tenía.
Por lo tanto, corramos un tupido velo y dejemos que la suerte de cada uno de nosotros sea la vida la que decida. De momento, yo seguiré luchando para seguir viviendo, especialmente para vencer al okupa ilegal oncológico que pernota en el interior de mi cuerpo. Por todo ello, cada día me reafirmo más que la vida es un verdadero tesoro que nos regala el Dios del universo.
Mientras tanto, dejemos que la estación del verano haga su papel, disfrutemos de cada estación anual que la naturaleza nos regala; mantengamos el cerebro limpio de todo aquello que pueda intoxicarnos. Busquemos o fabriquemos pensamientos e ideas que sirvan para hacer un mundo mejor.
No dejemos influenciar por los malos momentos que podamos pasar. Si nos caemos; nos levantamos las veces que hagan falta. No podemos permitir que las tentaciones del otro lado del mundo bueno y noble nos tienten para seducirnos.
En definitivas, seamos realistas, pero sin olvidar que la vida en este planeta tierra requiere de una dosis de locura transitoria, alimentada de emoción y de alguna manera, de una aventura al azar. Eso sí, siempre y cuando esas locuras sean nobles y de muy buena fe.