Obituario: Monseñor Elías Yanes Álvarez

14.03.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Recientemente ha fallecido en Zaragoza el arzobispo emérito Elías Yanes Álvarez, a los noventa años de edad, ilustre religioso palmero natural de la Isla de La Palma (Villa de Mazo, 1927), después de toda una vida dedicada al sacerdocio y al servicio a los demás.

Don Elías era doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y por la Gregoriana de Roma y, antes de acceder al Arzobispado de la capital aragonesa había sido obispo auxiliar de la Diócesis de Oviedo, capital del Principado de Asturias.

Durante su trayectoria sacerdotal fue también secretario, vicepresidente y finalmente presidente de la Conferencia Episcopal Española, donde desarrolló una ingente labor en pro de la Iglesia Católica en nuestro país, aunque inexplicablemente nunca fue nombrado cardenal por los tres últimos Papas, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual Francisco I, cuando es tradicional que el líder de la organización religiosa en nuestro país acceda al purpurado, con derecho a participar en los cónclaves que se celebran en El Vaticano para elegir al sucesor de San Pedro.

En sus primeros años de sacerdocio, Yanes Álvarez fue profesor de la asignatura de Religión (una de las llamadas "tres marías", junto a Formación del Espíritu Nacional y Educación Física) en la Universidad de La Laguna y estuvo al frente de la organización de jóvenes de Acción Católica, etapa que recuerdan muchos muchachos de aquel entonces.

En esa etapa, monseñor Yanes mostró una ideología bastante liberal y tuvo problemas con el Obispo de la Diócesis, por lo que decidió marchar a la Península a ampliar estudios y cortó toda relación directa con el Archipiélago, si exceptuamos las estrictamente familiares.

En una de sus fugaces visitas a Tenerife, tuve ocasión de entrevistarle, siendo ya arzobispo de Zaragoza. Fue en Radio Popular, en los estudios de la lagunera calle de La Carrera, y estuvimos hablando por las ondas, entre otros asuntos, de la conveniencia o no de usar preservativos en las relaciones intimas entre las personas.

Me apreció un hombre bastante sensato, tal vez muy encorsetado en las normas y dogmas de la Iglesia, que hicieron que se volviera, al menos en apariencia, mucho más conservador de lo que se presumía de él en su juventud.

Descanse en paz el prelado palmero, que no pudo ser profeta en su propia tierra, sino allende los mares.

Paco Pérez

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