01.09.2025 | Redacción | Escrito
Por: Pilar Medina Rayo
¿Por qué leer un libro de mitología?, sería la pregunta que seguramente muchos podrían hacerse. Cuando oímos la palabra “mitología”, parece que esta hace referencia a algo muy lejano en el tiempo, sin embargo, nada más lejos de la realidad, la mitología sigue siendo hoy tan actual como hace milenios.
La mitología envuelve nuestro mundo y ni tan siquiera somos conscientes de ellos. Aparece embelleciendo nuestras ciudades, valga de ejemplo los leones que presiden las Cortes o los que tiran del carro de la diosa Cibeles mientras contemplan, con cierta tranquilidad, el transitar de los numerosos autos que circulan por Madrid. Ambos hacen referencia a un mito, en concreto al de Hipómenes y Atalanta.
Pero la mitología también llena los espacios museísticos, así encontramos a un Saturno devorando a su hijo, de Goya, el Rapto de Europa, de Rubens, o la codiciosa Dánae, de Tiziano.
Igualmente, la encontramos en nuestro vocabulario, así, cuando decimos “figura apolínea” para elogiar a alguien atractivo, estamos haciendo referencia al dios Apolo, el más bello del Olimpo. Pero también la encontramos en cosas tan variopintas como las serpientes pitones o en el propio Amazonas.
La psicología no iba a ser menos, encontrando su espacio en los síndromes de Diógenes, Electra, Narciso…, entre otros muchos.
La mitología griega es uno de los más importantes legados que nos dejó Grecia. Adoptada posteriormente por Roma, que la extendió a sus terrenos conquistados, se convirtió en la religión que imperó en occidente durante milenios.
Milenios en los que las personas creyeron a “pies juntillas” estas historias de amores, desamores, venganzas, celos y múltiples situaciones más, donde las emociones y complejas personalidades de estos dioses, hacen que resulten de lo más humano y cotidiano.
A través de las páginas del libro Óbolos para Caronte, se da voz a estos dioses del Olimpo mediante veinticinco relatos escritos en prosa de la mano de una servidora, Pilar Medina, que se ven acompañados con veinticinco poesías que surgen de la pluma y fértil imaginación del poeta Andrés Navarro.
Según Marcos López Herrador, prologuista del libro, “El mito se forja con materiales muy diversos, a lo largo del tiempo, y normalmente encuentra su origen en la antigüedad más remota, lo que le hace adquirir aromas de eternidad y de misterio”. Mientras que para el psicólogo Julio Hernández, encargado de hacer su introducción, “La mitología es un conjunto de mitos (narraciones maravillosas situadas fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino, o heroico). Relatos que forman parte de una determinada religión o cultura, orientados a explicar sucesos cotidianos del entorno del hombre.”
Con Óbolos para Caronte nos adentraremos, de una forma fácil y amena, en distintos pasajes de la mitología. Con su lectura nos enteraremos de cosas tan cotidianas cómo por qué tiene esa forma la cola del pavo real, cómo surge el eco, el primer hermafrodita, o la división de las cuatro estaciones, por citar tan sólo algunos ejemplos.
En cuanto a una breve reseña sobre el título, a través del libro sabremos que Caronte era un psicopompo, es decir, el personaje encargado de transportar las almas de los difuntos desde la orilla de la Laguna Estigia hasta el Hades, para que después ésta pudiera continuar su camino. El Barquero, o Caronte, no hacía esta tarea gratis, sino que la hacía por un pago de monedas u óbolos, que son las monedas que los antiguos griegos colocaban sobre los ojos de los difuntos para que así pudieran pagar su traslado. Una vez recogía esas almas, el Barquero navegaba por el río Aqueronte, donde podía ver la roca de corazón negro surgida de las corrientes de la Estigia y los acantilados de este infernal río de los que fluye sangre…
Si queréis conocer un poco más, o bastante más, de mitología, aparte de las breves pinceladas que aquí se han aportado, podéis hacerlo a través del libro Óbolos para Caronte, de la editorial Atmosfera Literaria, donde disfrutaréis conociendo los amores, castigos o pasiones de los dioses. Mientras, tal y como dice Andrés Navarro, en uno de sus poemas, “Aguardaremos bajo los soportales del Arcoíris”.
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