Al vuelo del destino

28.03.2023 | Redacción | Relato

Por: Yeny Tejada

Va surcando los cielos en busca de su presa esta ave rapaz, al que hoy le diremos Gavilán, desplegadas sus alas en su vuelo magistral. De pronto, va cayendo en picada, tras su presa a la cual logra alcanzar. Ocupado en su caza va de regreso a su hogar. Una paloma bella y blanca, muy desganada va volando tranquila en la ruta del gavilán.

Un aleteo fuerte la sorprende y por un instante agitada se verá, pero de pronto ve que su presa agoniza en las garras de su cazador. Ella respira hondamente muy a su pesar. Él le dice que hoy su vida es perdonada porque va ocupado en su caza y que continúe su viaje sin temor.

Ella le dice que no está asustada, porque la muerte es lo que la espera al final. El gavilán no entiende de que habla esta pobre tonta e infeliz paloma y la va dejando atrás.

Blanca va volando sin rumbo alguno, de cuando en cuando mira hacia abajo, sin saber a dónde ir, no hay árboles que la sostengan, no hay nido a donde llegar. Cuánto hubiera querida ella, que su sufrimiento acabara ya.

Cansada de tanto volar y deambular ve a lo lejos un pajar, tal vez allí encuentre un poco de paz, al menos unos granos para recuperar algo de las fuerzas que la van dejando. Un descanso que al fin le sea bendecido.

Se va dejando caer hasta desmoronarse simplemente, alguien se queja por allí, pues debajo de ella, un roedor que adormitado va insultando. Pero después del primer susto, está muy despierto y con insana curiosidad ve a la avecilla que apenas puede mantenerse en pie.

El roedor va alrededor de ella una y otra vez, hasta que decide preguntar porque anda tan callada y cansada. Blanca le responde que ha viajado sin saber a dónde ir, pues ha perdido la ilusión de permanecer en esta vida y no tiene un lugar a donde llegar.

  • ¡Pues acá ya tienes uno!, ¡Bienvenida a mi hogar! - le replica el roedor

De pronto, sale toda una familia detrás de él, quienes corren alborotados por aquí y por allá.

Blanca mira con tristeza a los pequeños roedores, quienes felices van, así es que ella empieza a contar su historia.

Blanca era una paloma bella y muy feliz, que volaba en bandada con sus demás compañeras. Un buen día, observó con detenimiento a un palomo al que jamás había visto, llegó de otro lugar y decidió quedarse por una larga estadía.

Palomo ha conquistado a Blanca, que para estas alturas rendida a sus pies está, él es muy galante y presuntuoso, ha enamorado a Blanca con tal sutileza, pero no es la única. Blanca ha cerrado los ojos a la verdad y sigue pensando que ella es única para él. Palomo por su lado tan bello y arrogante a cuanta paloma ha ido conquistando.

Pobre Blanca, no tiene idea del destino que la espera. Piensa en que un bello nido formará, con todas las plumas que su amado le podrá ofrecer. Va volando por doquier, feliz y alborotada; más Palomo no tiene corazón para ser entregado a una pasión continuando con sus incesantes conquistas. Blanca abre los ojos, cuando delante de ella Palomo esté enamorando a otra bella paloma. La venda se le ha caído, no hay dulzura, no hay entrega y el sueño de compartir un nido acaba de esfumarse.

La suerte está echada, Blanca corre a su trágico destino, se entregará a las garras del verdugo, para morir irremediablemente. El corazón roto, los sueños desvanecidos, el amor pisoteado, su orgullo no tiene razón de ser, no hay más que hacer sino abandonar la seguridad de su bandada y correr a su fatal destino; pero ni en eso correrá buena suerte, pues Gavilán ha pasado de largo sin quererla lastimar. Lleva a cuestas en sus alas el peso del desamor que ahora no la deja respirar. La fuerza de la naturaleza hará que al llegar el día las cosas sean diferentes, por hoy ya no puede ni pensar.

Es de mañana, los pequeños roedores van saltando y gritando despertando a Blanca. Piensa que esto ha sido un mal sueño del cual ella despertará, pero todo es cierto y su sufrimiento continúa, aunque los sucesos anteriores le dan una esperanza, mueve sus alas suavemente y mira a su alrededor, está allí en ese pajar, el sol la ilumina, se da vuelta y observa un bosque lleno de fresco verdor, el arroyo se siente muy cerca, hay granos por doquier, de hambre no ha de morir. Muerte, eso es lo que la lleva a recordar, el amor dejado atrás y con él una gran desilusión.

Blanca dejó los lamentos y no sale de su asombro al ver tanta belleza. Quiere desde el cielo surcarlo todo, despliega sus alas y con el viento en su cara, el sol que la calienta, vuela y vuela por doquier. Desde lejos observa ese pajar que le brindó descanso y sosiego, ve que la vida va desarrollándose felizmente. Blanca ha entendido, que al cambiar de rumbo, su vida ha dado un giro distinto para encontrar un nuevo hogar. Su tristeza ha ido desapareciendo poco a poco, hasta entender, que lo que un día no fue tiene una razón de ser. Ha visto volar cerca una bandada especial, con la que pueda iniciar un vuelo distinto, con un significado diferente, poniendo en valor la vida que le fue concedida y que tal vez en ella encuentre a su pareja sin igual.

Las esperanzas y la vida se toman muy a la ligera, tomamos decisiones que a veces nos llevan a destinos fuera de nuestro alcance, reconocer que hemos cerrado los ojos a la razón es el principio de un cambio, la felicidad no se logra siempre a la primera vez de intentarlo, pero dichosos aquellos que tomaron la oportunidad y pudieron encontrar a ese ser maravilloso con quien ser felices. Nos vamos acostumbrando a lo mediocre y eso va cavando nuestra humanidad, a veces somos arrastrados por la corriente de la costumbre, por la comodidad de un lugar llamado casa, por el menor esfuerzo, por no batallar y alcanzar la dicha añorada.

Las malas experiencias nos marcan, nos mantienen en ese afán de destrucción, pero si nos tomamos un descanso y un respiro de todo lo que acongoja nuestro espíritu, recuperaremos el aliento, enfrentaremos nuestros temores y sobrellevaremos lo perdido. Siempre pensando en que el amor está a nuestro alrededor, sólo hay que merecerlo, tomarlo, poseerlo y retenerlo.

 

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