El convertidor de CO2

09.03.2023 | Redacción | Relato

Por: Rut Quintana Santana

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Ya estaba casi todo listo, la máquina que transformaría el dióxido de carbono en oxígeno, en la que Albert había estado trabajando casi una década, estaba por fin montada. Albert había terminado de soldar la última pieza, se había asegurado que el extractor que se encargaba de captar el dióxido de carbono funcionara perfectamente, ahora era el momento de darle al botón y ver si el transformador daba los resultados esperados.

Se puso las gafas de protección, se lamió el labio inferior y se dirigió a apretar el interruptor. Al accionarlo, nada sucedió, años de trabajo para nada. Qué le diría a su mujer, se había gastado todos sus ahorros en fabricar esa máquina. Además ya se había hecho a la idea de presentarla en el Congreso de Emergencia Climática de Rotterdam.

Se dirigió, hacia su mesa de trabajo, se preparó un té bien caliente y colocó sus codos sobre el montón de planos y diseños de la máquina. Su mirada perdida no quería ver ni una vez más aquellos diseños fallidos, buscaba una escapatoria, fuera de su estudio. Fijó su mirada en el suelo y allí halló la solución. Allí estaba algo tan simple, tan obvio y lo había dejado escapar, el cable del aparato estaba desenchufado.

Albert no lo podía creer, saltó de la silla eufórico, todavía tenía una última oportunidad. Con decisión enchufó el cable, esperaba acallar el cansancio y la frustración, concentrándose así en los resultados. Una vez más accionó la máquina. Las ventanas que Albert había dejado abiertas, empezaron a dejar entrar una inmensa bocanada de aire. Albert se sentó frente al ordenador que estaba conectado a la máquina y observó cómo los niveles de dióxido de carbono que entraban en la máquina, salían a un segundo compartimento estanco con menores niveles de dióxido de carbono. Albert lo había logrado, ¿estaría alguien interesado en este gran invento? Esa fue su gran pregunta.

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