19.09.2021 | Redacción | Relato
Por: Isa Hernández
Y, al caer la tarde verás como si ya te fueras a despedir, tranquila y sosegada, como si hubieras hecho todo el trabajo encomendado, tal como decías, y presintieras el olvido de todo lo anterior. La luz pálida del crepúsculo te trae recuerdos que van pasando en secuencias como si de una película se tratara, y tu vida pasa por delante de tus ojos verde agua, muy abiertos como de asombro, como si no recordaras lo que ves. Te sorprendes mirando el leve movimiento de las cortinas mecidas por la brisa que se cuela por las rendijas del ventanal, y atusas el pelo cano que te cae sobre los hombros y lo enredas en los finos dedos de tu mano trémula, ensortijada con ese anillo gastado por el tiempo, pero que pervivirá en tu anular hasta el infinito. Tu serena sonrisa contempla aquellas carrerillas de antaño para llegar a tu hora a la escuela y, sigilosa te colocabas en la fila como si ya llevaras un rato en ella. Te gustaba leer en el libro gordo, el que iba pasando la maestra por los pupitres para que cada una leyera una hoja y, cuando se acababa de leer todo el libro se volvía a empezar. Todo tan natural, nadie cuestionaba nada, era la vida misma que pasaba sin prisa. Y, las clases nocturnas en el instituto, mirabas a tu grupo, erais siete, los siete juntos para todo, y seguían sentados cada uno en su lugar fijo, las mismas caras que entonces, algunas ya no están, pero las miras y las ves, con la misma sonrisa, los siete. Contemplas esos instantes eternos, y tus ojos han cambiado la expresión, tu mirada se ha tornado hacia una alegría triste como si quisieras parar la película. Te ha desgastado el recuerdo de esas dos compañeras que ya partieron, aunque las sigas mirando y veas como te sonríen. La película sigue un poco más y ves como has alcanzado metas que creías irreales, imposibles para ti, lejanas, y, has llegado lejos con tantos premios, honores y enorme generosidad de tanta gente que pasó por tu vida y, casi ni oyes los aplausos como si estuvieran muy distantes, como si no te importaran o no te los merecieras. Ahora ya tus ojos se nublan y, no quieres seguir viendo la película porque no queda nada. Todo era recuerdo.
Imagen de archivo: Isa Hernández