15.09.2025 | Redacción | Escrito
Por: Pilar Medina Rayo
Autora del libro: Óbolos para caronte
Cada temido lunes damos comienzo a una nueva semana en la que el resto de días semanales se irán dando paso, mientras planeamos el siguiente fin de semana. Pero, ¿alguna vez te has planteado cómo hemos llegado a dividir la semana en siete días y de dónde reciben (los días) sus nombres?
Para dar respuesta a estas preguntas debemos remontarnos al Imperio romano, de quien hemos heredado su semana romana.
Los romanos, grandes admiradores de los griegos, adoptaron de éstos la división del día en veinticuatro horas (que eran las etapas en el recorrido del Sol) y que empezaban a numerarse a partir de la medianoche, igual que hacemos hoy, pero con una duración variable en función del lugar de observación y la fecha del año.
Con respecto a la división anual en meses, ésta era similar a la actual, incluso los nombres que recibieron estos meses en época romana siguen teniendo vigencia en la actualidad. Para mencionar los días dentro de cada mes, utilizaban los términos de “calendas” (día primero) las “nonas” (el 5 o el 7) y los “idus” (el 13 o el 15). Sin embargo, en relación a la división de la semana, los romanos la fraccionaron en ocho jornadas.
La división de la semana romana en los siete días que todos conocemos, tiene origen oriental, probablemente judío. Este sistema de división semanal fue adoptado por los romanos de forma paulatina hasta su implantación definitiva en el año 321 d. C., cuando el emperador Constantino lo oficializó. Nace así la semana de siete días que, posteriormente y al convertirse Hispania (o la península ibérica) en provincia romana, será también asumida por nuestra cultura.
En cuanto a la segunda cuestión planteada, la denominación de los días de la semana, está se basa en la observación astrológica, formulada por primera vez de forma completa en Egipto en torno al s. I a. C.
Los astrónomos comprobaron como durante el año la mayoría de los astros visibles no variaban de posición unos con respecto a otros, algo que no ocurría con siete cuerpos celestes que, a diferencia de los demás, sí cambiaban de posición. Estos astros eran el Sol, la Luna, y los cinco planetas que pueden verse a simple vista y que conocemos como Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. De esta forma, los días fueron denominados según los cuerpos celestes que presidían las primeras horas de cada nueva jornada.
Los siete dioses asociados a los astros que regían el Universo dieron nombre al calendario semanal romano: el Sol es el domingo, la Luna el lunes, Marte el martes, Mercurio el miércoles, Júpiter es el jueves, Venus el viernes y, por último, Saturno se corresponde con el sábado.
Los romanos consideraban el domingo, el día del Sol, el primer día de la semana. Esta ordenación pudo tener su origen en varios contextos como la relevancia del Sol como astro supremo sobre el resto de cuerpos celestes; en la propia tradición judía; o por la adopción de “Sol invicto” como divinidad principal del panteón romano a partir del s. III d. C.
Igualmente, fue Constantino el que decretó el “Dies Solis”, es decir el domingo, como día de descanso oficial de la semana.
Al dios Sol se le representa con una corona de rayos y vestido con manto.
El segundo día de la semana romana fue para la Luna, nuestro actual lunes. Según San Isidoro, el día de la Luna debía seguir al del Sol, ya que de éste recibía la Luna su luz.
La diosa Luna es representada con una cabellera larga y suelta, mostrando como atributo identificador una gran luna creciente a su espalda.
Marte, el dios de la guerra, la juventud y el protector de Roma, es el tercer día de la semana, el actual martes. Este dios era representado con armadura y yelmo encrestado.
El cuarto día de la semana romana, el miércoles, estaba dedicado al dios Mercurio, protector de los caminos, los viajeros, el comercio y mensajero de Júpiter. Este planeta ya había sido observado por sumerios y, más tarde, por los babilonios, quienes lo identificaron con el dios Nabu, divinidad de la escritura y la sabiduría, rasgos que posteriormente se le aplicaron al dios griego Hermes que sería adoptado y conocido por los romanos con el nombre de Mercurio.
A este dios se le representa como un joven con casco y sandalias aladas, símbolos de su rapidez al actuar como mensajero de los dioses.
Júpiter es el dios principal del panteón romano, es el portador del rayo, asociado al cielo, la luz y el trueno, protector de la justicia, el derecho y la autoridad de las leyes. Representa el jueves, quinto día de la semana romana.
Al dios Júpiter se le representa con barba, vestido con un manto que le cubre los hombros y portando una corona de laurel, símbolo de grandeza.
El viernes, sexto día de la semana romana, estaba dedicado a Venus, la diosa de la naturaleza, la belleza y el amor.
El planeta Venus, por su posición y órbita respecto a la Tierra, es visible sólo las tres primeras horas después del atardecer y las tres últimas antes del amanecer. Por ello se le conoce como “lucero del alba” y “lucero de la tarde”.
Saturno, dios protector de los campos y los cultivos, es el sábado, y último día de la semana romana. Es el planeta más lejano y lento en trazar la órbita de los planetas observables a simple vista desde la Tierra.
Se le considera el dios del “tiempo humano”, por ello los romanos, para simbolizar el paso del tiempo, le representaban con espesa barba; también puede aparecer con la cabeza cubierta con un pañuelo o velo blanco, atuendo característico del oficiante durante los actos religiosos en la antigua Roma.
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