Adolescentes y Carnaval...

20.02.2017. Redacción.

Por: Mari Carmen García Mora.

Psicóloga Sanitaria

Colegiada T-1412

Si tienes hijos adolescentes seguramente te estarás cuestionando que vas hacer en carnaval. ¿Dejarás que salga sólo?, ¿Qué salga toda la noche?, ¿Qué salga todas las noches? Difícil decisión.

¿Y a qué edad les dejamos salir solos? ¿¿A los 12,13, 14?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera a los adolescentes como una población de riesgo. Y si salen con amigos y por la noche mucho más, aunque siempre hay excepciones.

Los adolescentes intentan convencer a los padres con frases como «yo controlo», «yo ya soy mayor», «no hay problema, voy con mis amigos» ... cuando realmente van a salir con la idea de perder “el control” y pasárselo bomba.

Y los padres se encuentran en medio de esta cuestión. Teniendo constancia de que, si su hijo adolescente baja al carnaval, es muy probable que consuma alcohol u otras sustancias. Pero sabiendo también que la norma social es que los jóvenes salgan “sin control” a la noche carnavalera. Además, están los problemas de comunicación con los adolescentes, algo natural en este proceso al que se le une, que, al llegar a esta edad, los amigos son todo para ellos.

Si tenemos en cuenta las evidencias científicas, médicas y psicológicas, los adolescentes no deben consumir alcohol nunca. Y no deberían ser expuestos a ambientes donde el riesgo de consumo sea elevado. Por lo tanto, un joven no debería salir solo hasta la mayoría de edad. Tengamos en cuenta que en España la mayoría de edad es a los 18, pero en muchos países la mayoría de edad, la que faculta para comprar alcohol, es a los 21. Esa edad tiene una base científica, pues es cuando se considera que el cerebro termina su maduración. El consumo de alcohol u otras sustancias de manera habitual antes de esa edad puede afectar peligrosamente a esta maduración cerebral, con lo cual pueden aparecer problemas cognitivos, emocionales, etc.

¿Y qué hacer como padres entonces?

Te sugerimos las siguientes pautas:

-Conocer a tu hijo. Saber si es responsable, comunicativo, obediente, rebelde, agresivo. Así podrás dar una respuesta adecuada.

-Se coherente. No debes ablandarte antes las plegarias o chantajes de los hijos. Tú eres el padre y el adulto, el responsable. Te toca ser coherente y valorar “con la cabeza” tu respuesta a sus peticiones.

-Transmitirle los miedos que tenemos por el hecho de que salgan y aportarles datos. El padre tiene miedo, precisamente a lo que un hijo no teme. Hay que aportarles información y datos para que sepan que estamos 

, que sabemos de los que hablamos. Las estadísticas lo dicen todo: el 36% de los jóvenes de 14 años fuman porros, que el 30% se emborracha a los 15 años, que el 12% entre los 14 y 15 años tiene relaciones sexuales...Se trata de hacerles llegar con sinceridad nuestra preocupación.

-Mostrarles nuestro apoyo. Decirles que confiamos en ellos, pero no en el entorno del carnaval y en salir en grupos grandes, ya que cuando se juntan muchos amigos se actúa en muchas ocasiones por impulso.

—Durante la negociación de la hora de llegada, por ejemplo, los padres deben mantenerse serenos y ser muy rigurosos con la decisión que tomen.

—Ser conscientes de que toda prohibición es una provocación. Un «no» puede ir acompañado de alternativas, pero que sean reales. Lo ideal es que las alternativas sean propuestas por él para que se motive.

—Si la propuesta no es del agrado de los padres hay que decirle que «no» sin miedo. Para evitar discusiones, los padres pueden ceder en alguna otra cuestión a cambio, como, por ejemplo, otra salida de día.

—No abrir la mano porque sea carnaval. Ser conscientes de que, si ahora damos libertad absoluta, después será más difícil volver a poner normas.

—También es muy importante que los padres se esfuercen en transmitir a sus hijos autocontrol y autodeterminación. Que sean capaces de decir no, ante una sugerencia del grupo. Que no tengan miedo a decir no ante un consumo peligrosos, por ejemplo. Que no teman a la valoración del grupo.

Es difícil tratar con nuestros hijos adolescentes y sobre todo en cuestiones de salidas como es el carnaval. Pero debemos ser coherentes y firmes.

Si consultamos los datos del Hospital de Día del Carnaval de Tenerife del año 2016, sólo la noche del Lunes de Carnaval, 67 personas necesitaron ser ingresadas, y de ellas 19 eran menores de edad. Un número mayor de menores necesito ser atendido. La causa más común fue el exceso de alcohol.

Y no nos engañemos, menor es cualquier adolescente que no ha cumplido los 18 y la Policía Local adscrita a la Fiscalía de Menores, va a llamar a los responsables de ese menor. Somos responsables legales de nuestros hijos y sus actos hasta el día que cumplan 18 años. Y aunque exista una norma social no escrita, que nos diga que nuestro hijo con 17 años, por ejemplo, es ya mayor para salir solo de noche, legalmente no lo es, y tampoco ha alcanzado su madurez emocional para ser totalmente responsable de sí mismo.

¿Sabemos lo que les pasa a nuestros hijos cuando beben en exceso?

Con la ingestión de alcohol se produce un primer estado de excitación por la liberación de la influencia inhibitoria de los centros superiores. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central (SNC), pero al inhibir los centros que controlan la conducta, salen a primer plano las emociones primitivas: hilaridad, camaradería, tristeza, autocompasión… Las manifestaciones más importantes de la intoxicación etílica son los cambios conductuales desadaptativos como la desinhibición de agresividad, labilidad emocional, deterioro de la capacidad de juicio… y alteraciones funcionales como lenguaje farfullante, descordinación, marcha inestable, rubor facial, cambio del estado de ánimo, irritabilidad, locualidad y disminución de la capacidad de atención. A veces, se subrayan rasgos previos de personalidad y otras veces se altera (persona tímida que se vuelve deshinibida). Según avanza el estado de intoxicación se debilita la capacidad de atención, y pérdida de acontecimientos remotos. La hipotermia está favorecida por la primera fase de vasodilatación cutánea y aumento de pérdida calórica. En los casos más graves hay pérdida de conciencia, coma e incluso muerte por depresión cardiorrespiratoria.

La mayoría de las veces este consumo exceso termina bien, con un gran susto. Pero el cuerpo del adolescente sufre esa agresión, que de repetirse puede dañar órganos vitales.

No se trata de ser alarmistas, se trata de estar informados de cuáles son las posibles consecuencias que puede tener “una noche de carnaval” en nuestro hijo adolescente. Y con la información en la mano, tomar decisiones responsables.

Y junto con el alcohol, otra de las grandes preocupaciones de los padres son las relaciones sexuales, las cuales se ven propiciadas por el consumo de alcohol.

Nuestra actuación como padres se basa en los mismos argumentos que para el consumo de alcohol: información, normas, educación en responsabilidad y autoestima.

Nuestros hijos son nuestros hijos, nuestra responsabilidad y nos concierne a nosotros dotarlos de herramientas para que se desarrollen como individuos felices y sanos. Sobreproteger a los niños, no hacerlos responsables desde muy pequeño, sólo nos lleva a obtener adultos inseguros e infelices.

La educación de los hijos es siempre un desafío y aún más en la adolescencia. Establecer y mantener una buena comunicación con nuestros hijos, nos ayudará. Acordémonos que nosotros también fuimos adolescentes, también nos sentimos inseguros e incomprendidos por nuestros padres.

Ánimo con el carnaval.

Bailaremos sin parar 
En el mundo entero ... 
Es media noche y en la cañada 
Suena una samba, es carnaval 
Blancos y negros, hasta mañana 
Todo se olvida en carnaval ... ... 
Carnaval Carnaval 
Carnaval te quiero

 

 

María del Carmen García Mora

María del Carmen García Mora

María del Carmen García Mora

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