Capacidad de carga turística.

17.09.2017. Redacción / Opinión

Por: Casimiro Curbelo

Diputado autonómico y presidente del Cabildo de La Gomera

La política, como la entendemos en Agrupación Socialista Gomera, es el ejercicio de proponer, construir acuerdos y sumar fuerzas para avanzar. Ni hemos estado ni vamos a estar en la política de las trifulcas que no llevan a ninguna parte, como tampoco nos van a encontrar en la política de quienes ponen los cinco sentidos en echar más leña a la hoguera, donde quieren que ardan los culpables, en vez de volcarse en dar con las soluciones.

Estos días se ha debatido en el ámbito parlamentario sobre los vertidos que se realizan al mar; en ocasiones de forma controlada, pero lamentablemente demasiadas veces provocando que lleguen al litoral aguas sin el suficiente tratamiento o sin depurar.

Todos, sin excepción, compartimos la necesidad de reconducir esa situación. Todas las administraciones, igualmente sin excepción, tenemos algo que reconocer y decir sobre uno de los problemas más serios a los que nos enfrentamos en el Archipiélago. Y, lo que es más relevante, todos tenemos algo que hacer para que en el menor plazo de tiempo posible dejen de llegar al mar, o de filtrarse al subsuelo, residuos que no se hayan tratado cumpliendo con las leyes y con las normativas europeas.

La política no está para utilizar los problemas como arma arrojadiza. Los responsables públicos no están a la altura de lo que la sociedad espera si ponen todas sus energías en desgastar al contrario dejando en un segundo plano el debate de fondo. Así no se avanza. De esa manera no saldremos del problema. Hay que proponer y abrir con valentía y sin complejos un debate sobre nuestras debilidades en lo que a gestión de residuos se refiere.

Canarias necesita impulsar rápida y significativamente las inversiones en obras hidráulicas. Hacen falta más recursos para acabar con las deficiencias que padecemos, para mejorar las infraestructuras ya existentes y para completarlas con instalaciones modernas y eficientes.

No podemos bajar los brazos. No sería responsable rendirse a la evidencia de que vamos muy por detrás de nuestras necesidades objetivas en lo que a depuración y saneamiento se refiere. No debemos mirar hacia otro lado porque las Islas tienen en la gestión de residuos una de sus grandes asignaturas.

En este orden de cosas, el debate sobre la depuración y saneamiento, y en general sobre la gestión de residuos, quedaría incompleto si no se incorpora al análisis la definición de la capacidad de carga que tiene nuestro territorio, con especial atención a la capacidad de carga turística.

No todas las Islas han crecido al mismo ritmo ni con idénticos volúmenes, así que debe partirse de la premisa de que no se puede establecer la capacidad de carga del Archipiélago con la misma vara de medir. Cada Isla debe dar con su propio techo, con el límite de carga que garantice un progreso social verdaderamente sostenible, equilibrado y, en el caso de La Gomera, un modelo verde que genere oportunidades sin dañar el paisaje.

Con este punto de partida, grupos parlamentarios, agentes económicos y sociales y colectivos de diferente naturaleza deben poner de su parte en un debate que nos acerque a la capacidad de carga turística que Canarias puede permitirse. ¿Cuál es el límite?, ¿en qué cifra de turistas anuales debemos fijar la línea que separa unas Islas sostenibles o insostenibles?

Sin duda, la preservación del paisaje es un factor innegociable. Junto a éste, el techo debe establecerse en función de nuestra capacidad para afrontar con garantías de calidad y eficiencia los servicios que exigen quienes residen o nos visitan; y, en esta dirección, nuestras infraestructuras -por ejemplo las que hacen falta para una correcta gestión de los residuos- constituyen una pieza fundamental para determinar hasta dónde podemos crecer turísticamente.

De alguna forma, la capacidad de carga viene dada por la capacidad de las infraestructuras para afrontar dicha carga. Hay que acompasar ambas cosas. Si no lo hacemos, nos arriesgamos a vernos desbordados y, a partir de ahí, al desprestigio como destino turístico. Hay que debatir sin tapujos sobre esta cuestión, y hay que hacerlo construyendo soluciones y no echando más leña al fuego.  

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