Cuarenta años de libertad de expresión

06.12.2018. Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Como todos saben, se cumplen este 6 de diciembre cuarenta años desde que el rey Juan Carlos I de Borbón sancionó con su firma la Constitución Española de 1978, aún vigente, lo que representa el período democrático más largo de la historia de nuestro país, tras una Transición ejemplar e incruenta, que contó con la colaboración y el esfuerzo de todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria.

Tras la aprobación de la nueva Carta Magna, España se convirtió en un país democrático, reconocido por la comunidad internacional, lo que nos permitió incorporarnos, aunque muchos jóvenes de hoy no lo crean, a organismos internacionales como la entonces CEE, hoy ya convertida en Unión Europea.

La Constitución del 78 reconoció diversas libertades de los españoles y, en particular, la libertad de opinión y de expresión, lo que para nosotros los periodistas fue un hito importante, tras la censura a que fuimos sometidos durante la larga etapa de la dictadura franquista, que le costó hasta penas de prisión a muchos compañeros por expresarse en contra de aquel régimen autoritario.

Muchas personas no valoran en su justa medida este avance social, porque lo ven como algo normal hoy en día, pero los comunicadores aprendimos a escribir y a hablar entre líneas, una manera en la que expresábamos nuestras opiniones y anhelos democráticos sin hacerlo evidente, pero con el suficiente ingenio para que nuestros destinatarios, los oyente o lo lectores, entendieran los mensajes.

Gracias a la libertad de expresión conquistada primero con la Transición y luego ratificada por la Constitución del 78, en España hemos podido disfrutar durante cuatro decenios de auténtica Democracia, porque --entre otras cosas-- los medios de comunicación han denunciado muchas irregularidades en el ejercicio de la res publica y, sobre todo, en destapar numerosos casos de corrupción que, de no ser así, hubieran pasado inadvertidos para la población, ajena a los tejemanejes de políticos indecentes e inmorales.

El papel de una Prensa libre es básico y fundamental como árbitro social y para fiscalizar actitudes poco democráticas, dando a conocer hechos presuntamente delictivos cometidos por la clase política en el desempeño de su labor.

Imagen: laspedrerassedivierte.blogspot.com
Paco Pérez

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