El bien morir

09.01.2021 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

Cuando ya la propia vida es más dolorosa que la propia muerte. Cuando el propio cuerpo te atrapa como en una cárcel de dolor sin solución. Esa realidad que han vivido tantas personas tendrá en España una vía legal para ponerle fin por voluntad propia dentro del sistema nacional de salud. El Congreso aprobaba por amplísima mayoría la ley que despenaliza la eutanasia y España se convierte así en el cuarto país europeo y el sexto del mundo en reconocer este derecho.

Es una ley delicada, hablamos de la vida y la muerte y por eso el empeño de los legisladores en hacer muy garantista el proceso, tanto para el protagonista como para los sanitarios, que podrán hacer objeción de conciencia. Se aprueba ahora, pero la ley tiene el largo recorrido de los derechos civiles que responden a una realidad que está en la calle con bastante consenso y que tarda años, muchos años en encontrar su expresión legal. Solo la derecha, PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro se ha opuesto a esta ley. Como se opusieron a la ley del Divorcio, la ley del Aborto, la ley de Igualdad, la ley de Matrimonio igualitario... Ninguna las ha revertido el PP cuando ha gobernado. Curioso. Como también resulta curioso que a quienes dicen defender la vida nunca se les encuentra promoviendo la justicia social, el bienestar colectivo y la sanidad universal, factores determinantes de la esperanza de vida.

Asociaciones católicas que protestaron ante el Congreso tildaban al Gobierno en sus pancartas como el “Gobierno de la Muerte”. Resulta chocante, muy chocante, que lo que para unos es un acto máximo de libertad y justicia, para otros sea un delito. No soy jurista y por supuesto carezco de los conocimientos suficientes para analizar con rigor el contenido de esta ley, pero sí me gusta saber que existe. Que está ahí. Que está vigente en el país en el que vivo. Por si un día pudiera necesitarla. Yo, como usted, amo la vida. Que conste. La disfruto y la padezco, la sufro y la peleo tanto como usted que piensa distinto. Pero me tranquiliza saber que si un día la enfermedad o el deterioro hacen del hecho de vivir algo insoportable podré decidir si continuar o no. Acogerse a esta ley es libre. La eutanasia no es una obligación, sino un derecho, que como tal, puede ser ejercido, o no, por cualquier ciudadano de nuestro país siempre que lo quiera. Y es que nadie nos va a obligar a que se nos practique la eutanasia pero tampoco a partir de ahora, nadie podrá obligar a que ésta no pueda ser practicada. Incluso, dicha norma también ampara el derecho al médico que quiera suministrar fármacos para realizar la muerte digna, pero también faculta al galeno a ejercer libremente su derecho a no practicarla acogiéndose a la libertad de conciencia.

En este año en el que las estadísticas se han poblado de fallecimientos, en el que la muerte -casi siempre tan callada- se ha colado en todas las conversaciones, hemos sabido tejer un acuerdo para un final digno. Por una amplia mayoría absoluta, la ley de eutanasia se ha aprobado en el Congreso. Es el logro póstumo de muchos que se vieron obligados a partir sin tener el control de su final, sin poder ejercer su voluntad, ante la impotencia de sus seres queridos. En un año de tantas lágrimas, tiene algo de justicia poética esta última victoria sobre el dolor de la muerte. Nadie debe quitarnos el derecho a decidir sobre lo único que en realidad nos pertenece.

Imagen de archivo: Alejandro de Bernardo

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