16.11.2020 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
La rapidez en la resolución de los problemas no está de moda, todo lo contrario, la lentitud es la norma. Los motivos son varios, puede ser que no salga un asunto adelante por las circunstancias sobrevenidas que impiden resolverlo. También encontramos a los que no saben, ya que hay mucho listillo ocupando funciones gestoras, sin la suficiente preparación académica, profesional o técnica, ni tampoco, con la capacidad funcional oportuna, por cierto, que casualidad, suelen ser los más numerosos. Otro motivo paralizador está en la no querencia, son los que siempre anteponen problemas a soluciones, pegas por doquier, nos referimos a los típicos noistas, muy conocidos en nuestra isla, por hacer equipo con los escarabajos, que aparecen o desaparecen según donde haya que ejecutar una obra. Los motivos negacionistas que se inventan son variados, repetidos y copiados de libros de texto, su única intención es obstaculizar todo lo posible, para que no pase nada, perjudicando al conjunto societario y en cambio, ellos seguir viviendo del cuento, que muchas veces le trae pingües beneficios.
Los que saben de eso, señalan que el perezoso es uno de los animales más lentos del mundo, hay quien declara que da pereza nada más verlo. Es pura cámara lenta. Tiene su explicación natural y científica este comportamiento, lo más acertado es dejarlo tranquilo, viviendo sosegadamente y que sea por mucho tiempo. Contrasta su extrema lentitud con la vorágine del mundo actual. La digitalización ha supuesto muchos beneficios, entre ellos, aprovechar el tiempo, estrujarlo, para ganar cada segundo a la acción. Todo es inmediato, incluso si por cualquier motivo, nuestra conexión a internet se retrasa, aunque sea poquito, ya nos ponemos nerviosos y contrariados. No hay tiempo para nada, hay que hacer muchas cosas a la vez, no se aceptan las colas, bueno, en Tenerife, las sufrimos, que es otra cuestión diferente. Es decir, vivimos acelerados, porque la propia dinámica tecnológica, cada vez más avanzada, impele a trabajar diligentemente, que no significa hacerlo mal, sino más veloz. Porque se puede poner interés, ganas si se quiere, además de incorporar alguna dosis de originalidad, con propuestas rompedoras. Ante momentos complicados, implantación de acciones emprendedoras.
Mencionando la pachorra, nos tenemos que acordar del caracol de jardín, que necesita tanto tiempo para llegar de un lado a otro, como en nuestra isla empezar una obra de carreteras. Podría ser muy bien el logo del Cabildo o de la Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias. Todo lleva su momento, pero hay algunos que no terminan nunca, es más, tampoco empiezan. Lleva su casa a cuestas, es más seguro, por lo menos la tiene afianzada y sobre todo, con más certeza que esperar a que se haga realidad el Plan de Viviendas de Canarias. En fin, la propia naturaleza nos está demostrando que aquí, somos muy respetuosos con ella, porque se asumen sus ciclos de funcionamiento, como en el caso de los dos animales mencionados. Que después no vengan los ecologistas a criticar un desarrollismo desenfrenado, porque sólo lo ven cuando se ponen sus gafas con cristales morados. Porque lo que hay es precisamente un parón desastroso.
Un empresario me ha comentado, desesperado e indignado, que lleva casi treinta meses esperando por una licencia, está enfadado con toda razón, lamenta que no puede esperar más, que lo está arruinando la administración, que de su empresa dependen muchas familias gracias al trabajo que genera. Pero lo más dramático, es que no es la única licencia que tiene pendiente, son varias con retrasos por encima de los doce meses, en distintos ayuntamientos. No es un ejemplo inventado, ni imaginario, es una realidad que se repite constantemente. En cambio, los aludidos responsables públicos, viviendo en su mundo ideal, perezosos o caracoleando. Cuando su obligación sería poner remedio inmediato, para apresurar los trámites burocráticos, que permitan a las empresas trabajar y crear empleo.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO