El poder corrompe a los mediocres, porque el dinero es muy goloso

05.03.2023 | Redacción | Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Ocurre aquí, en nuestro país, y en la quinta puñeta. Dale aunque sea un poco de poder a un mediocre sin escrúpulos y verás, que más pronto que tarde acabará siendo un corrupto, porque es muy fácil disparar con pólvora ajena.

El dinero es siempre una tentación y algo muy goloso, más aún si se trata de erario público y, por ello mismo, entre otras muchas causas, no todas las personas son lo suficientemente responsables y sobre todo honradas, para ejercer u puesto político al servicio de la comunidad, de la sociedad.

En unos tiempos como los actuales, donde el género humano está perdiendo muchos valores personales, nos estamos acostumbrando muy mal a que las corruptelas sean más habituales de lo considerablemente razonable, con el perjuicio colectivo que esas malas prácticas ocasionan.

Me da la impresión de que estamos inmersos en una sociedad demasiado permisiva, en donde parece que "todo vale", y hasta muchas personas dan por sentado que los políticos roban, de una u otra forma, porque malgastar el dinero público es también una forma de corromperse. Y aquí y allá parece que "meter la mano en la lata del gofio" llega a estar hasta bien visto, porque "si no te aprovechas del cargo para beneficiarte personalmente es que eres un tonto".

Con ello no quiero decir que no existan personas honradas y decentes en el ejercicio de la res pública, que las hay, pero ya se sabe que unas gotas de tinta china sobre un folio blanco son muy llamativas y ensucian el papel, como llamativos son los hilos de sangre provocados por una herida, por superficial que sea.

En esta vida todos cometemos errores, incluso sin querer. Para ejercer un cargo público no todo el mundo vale. Hay que ser suficientemente honrado y no solo parecerlo, sino demostrarlo. Pero el dinero es tan goloso que, en ocasiones, algunos caen en la tentación de enriquecerse ilícitamente, sin ninguna clase de escrúpulos ni cargos de conciencia. Y así nos va...

Paco Pérez

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