23.02.2025 | Redacción | Opinión
Por: Alejandro de Bernardo
adebernar@yahoo.es
El pasado fin de semana –como tantos otros que, por repetidos, pasan desapercibidos- volvió a ocurrir. A la salida de un campo de fútbol. El árbitro tuvo que huir de un grupo de padres desquiciados que no solo le deseaban los cien males a voz en grito, sino que le escupieron, apalearon su coche, le insultaron… en fin, que el pobre chaval salió huyendo como pudo. Ya ni nos llama la atención. Mucho tiempo en marcha atrás.
Parte determinante de esa dirección involucionista es cómo afrontamos nuestro papel de padres. O de madres. Hay un tipo de padres y madres tan hiperprotectores que se está llevando por delante aspectos tan importantes como la capacidad de autonomía de los hijos y provoca que tengan una baja o casi nula tolerancia a la frustración. Se transforman en colegas –pecado mortal-… pero encima ansiosos. Dispuestos a dar todo a su hiperniño. Para que no se frustre. Aunque ello implique hacerles los deberes hasta el último curso de la ESO. Se ha llegado tan lejos que ya hay padres que llaman al catedrático de la universidad de su retoño para interesarse por sus notas. Que lo acompañan el día de la selectividad con bolígrafos, agua y bocadillo para que no le falte de nada.
Quiero recordar al respecto al popular juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, conocido por sus educativas y orientadoras sentencias. En su momento, publicó un libro: “Reflexiones de un juez de menores” en el que recoge lo que él titula: “Decálogo para formar un delincuente”. No tiene desperdicio y lo entendemos todos. Es muy interesante y dice así: 1.- Comience, desde la infancia, dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece. 2.- No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente. 3.- Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas. 4.- No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad. 5.- Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás. 6.- Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura. 7.- Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre. 8.- Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar. 9.- Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones. 10.- Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.
La vida, amigos, consiste en que pasen cosas. Buenas y malas. Es imposible que a nuestros hijos o hijas no les suceda nada. Y tampoco sería beneficioso. Es cierto también que no es fácil ser padre o madre. Y que no solo es culpa de ellos. La dirección en la que vamos no hace más que interferir en ese “oficio”. Cuando era un niño, apenas había dos canales de televisión, y eso en las casas que la tenían. Nos pasábamos el día en la calle con los otros niños del pueblo o del barrio. Y si no era tiempo de socializar pues un libro o un tebeo eran nuestros compañeros. Y que aburrirse es bueno. Y sinceramente, tan mal no crecimos. Ahora socializar es la asignatura más difícil. Mucha tele. Muchas pantallas. Mucha publicidad agresiva que los busca y los devora. Los están formando en el consumismo más descarnado. Videojuegos. Internet, esa red de redes con tantas bondades pero también valores y experiencias muy negativas para su desarrollo emocional. Ya los niños solo socializan a través de un cable de fibra óptica con otros nicks que ni siquiera saben si corresponden a personas de su edad. En fin, que educar… fácil no es. Y que en este país todo vale. Si nos permitimos llamar hdp al presidente del gobierno y lo ríen como gracia… ¿qué les estamos transmitiendo? Que contra el enemigo vale todo, y si es árbitro pues también. Y a eso le llaman libertad. Manda huevos.
Feliz domingo.