Jueces: seres de luz

26.01.2025 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

“Procede acceder a la separación/ que imploran tanto el señor Triana,/ al que no le da la real gana/ de soportar la tensión,/ como la señora Sarmiento,/ que no sufriendo escarmiento,/ tras su primer tropezón,/ persiste en el mismo tono,/ y aduciendo el abandono,/ suplica una solución.”

Por esta sentencia en verso relativa a un proceso de separación –y algunas otras de similar estilo-, el juez Álvaro Gaspar Pardo de Andrade, con destino en la capital tinerfeña, estuvo a punto de ser sancionado por el Consejo General del Poder Judicial. Decían los del Consejo que adornaba demasiado las resoluciones. Qué poco sentido del humor se gasta en general la Magistratura. Si me dan a elegir prefiero mil veces la rima, que el enrevesado lenguaje de muchas sentencias que irremediablemente nos llevan a “la parte contratante de la primera parte…” del ingenioso Groucho.

Hoy, sin embargo, quiero referirme a algo muy serio por la trascendencia que puede tener y que también incumbe a un juez. El magistrado Alfredo Carretero que ha sido el encargado de llevar el caso de la denuncia de la actriz Elisa Mouliaá contra Íñigo Errejón. Estoy perplejo por muchas cosas. Unas serán, sin duda, producto de mis escasos conocimientos y casi nula familiaridad con el lenguaje, los métodos y los procedimientos judiciales, así que les ruego tomen mis comentarios al respecto como los de un individuo normal, de la calle, un ciudadano cualquiera… que escucha, piensa y se forma un juicio personal, una opinión… pero que tiene la oportunidad de hacérsela llegar a ustedes sin otra pretensión que generar debate.

Vamos por partes: Lo primero que me cuesta entender es que la instrucción de un caso como este se haga público. Que no se proteja la intimidad de los presuntos implicados. Vi por televisión como el político relató a su manera los hechos de su presunta agresión a la actriz y la conclusión final de que la vida real no es un eslogan –una manera muy cínica de desacreditar la capacidad de la política para cambiar las cosas-. No entiendo a qué se dedicó él durante la última década.  

También vi a Elisa Mouliaá casi como un boxeador al que le acaban de dar en el mentón y que se tambalea intentando no derrumbarse. Curiosamente los golpes provenían del “árbitro” que llevaba a cabo un interrogatorio inmisericorde en el que ella parecía la culpable. Y les aseguro que personalmente solo trataba de vislumbrar una realidad que solo los dos protagonistas conocen. Ni la decepción que me llevé con Errejón tras sus propias confesiones hace unos meses me hicieron mantener ningún tipo de inclinación hacia el lado contrario. Y a la actriz apenas la conozco. Pero curiosamente, lo que más me incomodó fueron las formas y las palabras del juez especialmente cuando interrogaba a la susodicha.   

Habló el juez de bajar las bragas, chupar las tetas, de magreos… preguntó a la actriz que cuánto tiempo le había chupado las tetas Errejón. Ignoro en que varía si lo hizo un minuto o veinte, si no había consentimiento. O preguntas como ¿Para qué se sacó Errejón el pene? Yo alucino. ¿De verdad es necesario? Me fijé en la funcionaria del juzgado que no sabía dónde meterse del bochornazo que le estaba haciendo pasar. Y para mí eso fue muy explícito porque muchas veces, en las películas y también en la vida, para comprender lo que está pasando, además de la cara de los protagonistas es importante mirar a los actores secundarios. Estaba claro que eso no es lo normal.

Todo en el juez fue desafiante. Desagradable. Muchas veces grosero, barriobajero y soez. Por situaciones así entiendo que muchas víctimas se nieguen a denunciar les pase lo que les pase.

Y por otro lado, puedo entender que en los delitos de agresión sexual haya que preguntar estas cosas, aunque suenen soeces, porque en esas preguntas se puede decidir si hubo consentimiento, si hubo violencia o no, o quien entra en contradicciones respecto a la declaración previa. Pero por favor, las palabras son importantes y el léxico castellano es muy rico. Un juez, aunque no sea un ser de luz, debería saberlo.

Feliz domingo.

 

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