La Iglesia huérfana de jóvenes

08.04.2018. Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

Que la Iglesia está huérfana de jóvenes practicantes no es un caso aislado. ¿Qué le falta a la Iglesia para que una gran parte de la juventud pueda creer en los ministros de Dios? El propio Papa Francisco reconoce con desoladoras consecuencias eclesiales: La juventud "está aprendiendo a vivir sin Dios y sin la Iglesia". Más aún, a la institución, los jóvenes la ven como anticuada, cerrada y poco cercana. Es por ello, que el Santo Padre quiere recuperar a los jóvenes, futuro de la Iglesia, y lanza para ellos la preparación (con encuesta incluida) del próximo Sínodo de los obispos.

De la misma manera, la Iglesia católica reconoce que los jóvenes la perciben como una institución poco "atenta" a los problemas sociales y poco "cercana a la gente", y cree que se les debería dar más "espacio" en todos los ámbitos.

Así lo expresa en el documento preparativo del próximo Sínodo de los Obispos, que se celebrará en octubre de 2018 y cuyo tema será la juventud. "Los jóvenes a menudo nutren desconfianza, indiferencia o indignación hacia las instituciones. Esto se refiere no sólo a la política, sino que afecta cada vez más a las instituciones formativas y a la Iglesia, en su aspecto institucional. La querrían más cercana a la gente, más atenta a los problemas sociales, pero no dan por sentado que esto ocurra de inmediato", dice el texto.

Sin duda, la Iglesia viene arrastrando desde hace muchos años un déficit de alternativas que motiven atraer a la nueva generación. No tiene recursos que invite a una confianza eclesiástica que permita a un joven ver a un cura como a un amigo y un ministro de Dios. Los muchísimos y variados casos de corrupción en las comunidades religiosas y la personalidad rígida de algunos curas a la hora de conectar con los jóvenes, supone un gran hándicap para llegar a un acercamiento entre la Iglesia y la nueva generación.

Por último, y por si fuera poco, algunos reverendos creen que en las parroquia donde están destinados, son herencias que les pertenecen, especialmente cuando van a oficial una misa, bautismo o misa de duelo; donde están pendiente de la forma de conductas de los feligreses y poniendo ejemplos tontos y dictatoriales, especialmente en aquellos curas que llevan muchísimos años al frente de la Iglesia. Así, es imposible que la nueva generación pueda tener confianza en los ministros de Dios.

 

Rafael J. Lutzardo Hernández

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