La noria de la vida

23.01.2018. Redacción / Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

En noviembre cumpliré sesenta años de edad, si no me ocurre nada imprevisto en estos próximos meses y, por alguna circunstancia me llaman para viajar a otra dimensión desconocida

Lo que sí tengo claro es que, en términos futbolístico, hace ya unos cuantos años que estoy jugando en la segunda parte de este partido que empecé a disputar a finales de la década de los cincuenta el siglo pasado, y ya ha llovido bastante desde entonces.

Como comprenderán, he tenido la suerte y la desgracia de conocer a todo tipo de personas, algunas bondadosas y desinteresadas, otras que me han sido totalmente indiferentes y unas cuantas aprovechas, egoístas, falsas, que me ofrecieron su amistad para aprovecharse de mí, o para rentabilizar de alguna forma mis escasas influencias desde puestos directivos en algunos medios de comunicación de estas Islas.

La vida es realmente una interpretación teatral, como una vez me dijo el ilustre don Eloy Díaz de la Barreda paseando por las rectilíneas, sombrías y frías calles del centro histórico de La Laguna. A veces nos tocan desempeñar papeles protagonistas y otras sencillos cameos, sin mayor importancia.

La existencia terrenal equivale también a una noria, que da vueltas y, según las ocasiones te encuentras en lo alto de la misma o a ras del suelo, comiendo polvo.

Lo más que me ha decepcionado siempre, a lo largo de estos años, es la actitud hipócrita de mucha gente que te rodea, y que solo te valora en función de la influencia social que puedas tener en un momento determinado.

He vivido momentos de éxitos profesionales, en los que casi todos los conocidos se te acercaban con una amplia sonrisa, los mismos seres que, un tiempo después, cuando ya no fuiste "importante" no se acordaban ni cómo te llamabas o cruzaban de acera si te encontrabas con ellas por la calle, con el fin evitar un saludo.

Ahora que ya no trabajo activamente y que me dedico a escribir algunos comentarios cada semana, vivo mucho más tranquilo, ya no tengo que aguantar a verdaderos pesados y plastas. Y con la experiencia acumulada, las heridas que tengo en el alma y las puñaladas traperas recibidas por la espalda, administro como quiero mi tiempo y no pierdo ni un segundo en estupideces. Por eso se dice, de manera muy acertada, que el diablo sabe más por viejo que por diablo. Estoy completamente de acuerdo con esa frase que afirma que "la caridad empieza por uno mismo".

Paco Pérez

Paco Pérez

Paco Pérez

Buscar en Tagoror