La verdad y la mentira

27.03.2023 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

Se nos acaba Marzo. Se va con viento fresco. Como si no quiere la cosa. Y con él, el Día de la Mujer y el Día del Padre. Y el de los Pepes y las Pepas. Como siempre. Marzo está en medio de todas partes. Es un mes que parece que estorba, pero no. Que entorpece el paso, pero tampoco. Los que conservan el alma adolescente aguardan por abril. El que se deja robar. El que se va con el ladrón sin oponer resistencia. El período más dañino del año: alergias, enamoramientos que duran lo que dura un suspiro largo. Lluvias a destiempo. Inesperadas. Nieve en forma de aquellos versos a Helena de Neruda: “Yo estaré tan lejano… que tus manos de cera ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas. Comprenderás que puede nevar en primavera y que en la primavera las nieves son más crudas”.

Marzo es un mes que casi nadie aguarda con impaciencia. Ni las mujeres del ocho ni los padres ni los Pepes y Pepas del diecinueve. Y cuando llega, uno no sabe si mirar hacia el mayo florido, el verano intenso en la playa, o recordar con nostalgia las luces de Navidad.

Hoy es el último domingo de marzo. Un día escaso. Recortado. Sin embargo, para algunos será el día más importante de todos. Y como tal aparecerá en los créditos y en la banda sonora de su vida. Aparecerá en su cuadro de honor y cada año volverá cargado de mariposas que revolotean por el estómago mientras suenan las bellas notas de la existencia.

A veces pienso que uno existe por costumbre y cuando se quiere escapar de las rutinas resulta que, tal vez, sea demasiado tarde. La vida no se detiene por ti. Hay que ir tras ella. Atraparla. Disfrutar de los minutos como si fueran segundos. Y de estos como si fueran los últimos. Reclame y saboree las buenas noticias. Saber que hay gente que te quiere. Que levantaría un canto al sol o haría cualquier locura para verte sonreír. Que ella te abrazaría como tú quieres abrazarla. Que él cerraría los ojos para sentir y que sientas que solo sois uno.

La vida no debería ser complicada, aunque nos la compliquemos nosotros. Respira. Disfruta hasta de las lágrimas. Y la esperanza. Que no se pierda ni al final. Quizás –mira por donde- marzo sea un buen mes para la esperanza. Es la primera vez que lo veo así y casi me felicito por la idea. Guardaré marzo como el momento más brillante de la tierra. Quizá sólo tienen luz los seres que, efectivamente, esperan.

Los nidos son de marzo. Y la primavera. Viva marzo y bienvenido abril. Con la Semana de Pasión en el zaguán. La memoria me lleva a las carracas, a las matracas y a los “ajos de cigüeña” de mi niñez. A mis amigos de infancia. A la traición de Judas y su desgraciado final. ¡Cuántos Judas en cada esquina! ¡Cuántos Pedros… negándonos antes de que cante el gallo! ¡Cuánta decepción de quien no te lo esperas!

Escuché esta leyenda que les comparto: Un día, la verdad y la mentira se cruzaron. –Buenos días, dijo la mentira. –Buenos días, contestó la verdad. –Hermoso día, dijo la mentira. Entonces la verdad se asomó para ver si era cierto. Y lo era. –Hermoso día, dijo entonces la verdad. –Aún más hermoso está el lago, dijo la mentira. Entonces la verdad miró hacia el lago y vio que la mentira decía la verdad y… asintió. Corrió la mentira hacia el agua y dijo: -El agua aún está más hermosa. Nademos. La verdad tocó el agua con sus dedos y realmente estaba hermosa. Y confió en la mentira. Ambas se quitaron la ropa y nadaron tranquilas. Un rato después salió la mentira, se vistió con las ropas de la verdad y se fue. La verdad fue incapaz de vestirse con las ropas de la mentira. Y comenzó a caminar sin ropas. Y todos se horrorizaban al verla. Es así como aún hoy en día, la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo.

 

 

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