Los instantes desordenados de la vida

01.03.2020 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro De Bernardo

No sé si a usted le pasa. Hay momentos en los que parece que las células del mal se hubieran ido de vacaciones y todo lo que llega es refrescante. Y te permite ver, desde lo alto de la colina en la que la vida te ha puesto, desde la serenidad imprescindible cómo discurre todo, cómo se mueve todo, cómo aquellos que nos importan destacan entre las multitudes y se ven más allá de la línea del rayo verde. Y las dudas y las sombras de las dudas también se han ido. Es cuando te das cuenta de lo bueno que es vivir.

El disfrute de las pequeñas cosas. La felicidad llega en cualquier momento. Solo hace falta querer sentir. Esos ojos que dan tranquilidad. Sin cobrar nada. El sol. El agua del mar. La luz, la noche. Los besos que debes y algún día tendrás que pagar. La fuerza del amor. La buena gente. El estremecimiento ante la caricia inesperada. La camiseta gastada que te busca siempre. Y siempre te encuentra.

Los soñadores que sueñan por ti cuando tú no puedes. Las cerezas. Los amigos que piensan en ti, aunque no sigan tus pasos. Los senderos que llevan a todas tus ilusiones. Los poemas inexplicables: un atardecer, por ejemplo. La miel sobre hojuelas. Las inexplicables lágrimas de alegría, de afecto, de despedida o regreso. Lo inexplicable. Las mujeres que nunca se resignan. Los hombres que hacen lo mismo.

Lo suave. El verde. El abrazo que esperas. El abrazo que das. La soledad que acaricia. El sueño de después de comer. La música. Un paseo. Y otro al atardecer. Alguien que sabes que te quiere. Los que están a la altura de la ternura. La respiración. La luna. Los lunáticos.

El olor a la hierba recién cortada. Los que miran de frente. Los que cambian sin cambiar el corazón. Las verbenas. Las flores. Los que están contigo a pesar de los que faltan. Las fresas con chocolate. El erotismo que se acuesta en la bañera. Los pétalos. Los niños. La risa. La curva de tu sonrisa. Las burbujas. Las miradas furtivas de los tímidos enamorados. La brisa. Los suspiros. La distancia que te separa y que te acerca. El huequito travieso entre sus dientes. Eso que sientes? inexplicable y potente. Inapropiado o hermoso. Te quiero. La felicidad solo puedes pintarla tú.

La complicidad. Los amigos. La amiga del alma. El gustazo de regalar. El roce buscado. Los que no tienen tecla de borrado en los afectos. Los tequieros. Soñar. La lluvia. La piel de gallina. Los labios. Aquella foto. Las miradas. Tu olor. Las octavas maravillas. Los sabores. Las gotas sobre tu piel. El primer beso. La tierna melancolía.

Todo esto que escribí reposa tranquilamente en los instantes desordenados de la vida. Pero está. Cuando todo se oscurezca y la tristeza pretenda derribarte recuerda el gran secreto: la melodía de tu vida depende de ti. Casi solo de ti.

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