No depender de horarios, un placer

31.01.2018. Redacción / Opinión

Por: Paco Pérez

pacopego@hotmail.com

Desde hace uno años tengo el place de disfrutar de una libertad individual que valoro mucho: no depender de horarios, no ser esclavo del reloj, después de décadas de estar siempre pendiente de la hora.

Siempre me costó madrugar y me ha gustado por costumbre dormir lo que mi cuerpo me necesitaba. Para mí era un sacrificio tener que levantarme antes de salir el sol y, en mi etapa de estudiante de bachiller y en mi época universitaria preferí acudir a clase por la tarde, sobre todo por el frío que habitualmente durante el curso académico hace en mi ciudad natal, La Laguna.

Compaginé estudios con años de experiencia laboral y tuve que trabajar a horarios muy dispares, por mi condición de periodista y por las necesidades de cierre de los distintas diarios a cuyas redacciones pertenecí.

En una larga etapa, en los años ochenta, trabajé todos los días del año (domingos y fiestas incluidos), excepto el Viernes Santo, Navidad y Año Nuevo y los redactores teníamos que estar en nuestro puesto de trabajo a las seis y media de la mañana para rematar la edición vespertina del periódico "Jornada", en unos agotadores turnos de trabajo que acaban siempre bien entrada la noche.

En otro período de varios años, como redactor jefe de "El Día", a principios e los noventa, nuestra jornada laboral empezaba a media tarde y concluía de ya de madrugada, sobre las tres o las cuatro de la mañana. Puedo afirmar que trabajar de noche es agotador y repercute negativamente en la salud.

Ahora valoro mucho no depender de un horario. Duermo las horas que me apetece, me levanto a la hora que quiero y me acuesto cuando me da la real gana. Distribuyo las horas del día a mi antojo y me organizo a mi manera, de tal forma que reparto mi tiempo en lo que me gusta y solo miro el reloj cuando tengo que resolver algún trámite o tengo una cita concertada.

Nunca me gustó ser esclavo de las horas y tuve la desgracia de trabajar durante mucho tiempo (demasiado) en una empresa donde se valoraba más la puntualidad y el cumplimiento de un determinado turno, que la calidad y eficacia del trabajo, lo cual no terminaré de entender en mi vida.

Aunque les parezca mentira, a mi edad, disfruto haciendo lo que me gusta cuando quiero y a la hora que me apetece. Y eso lo valoro por encima de muchas otras cuestiones.

Paco Pérez

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