¿Qué hacer en Santa Cruz con el monumento a Franco?

05.11.2017. Redacción / Opinión.

Por: José Vicente González Bethencourt

Doctor en Medicina y Cirugía. Miembro de la Dirección Regional del PSOE Canarias

@JVGBethencourt

jvicentegbethencourt@yahoo.es

Santa Cruz de Tenerife es una de las ciudades donde el apoyo o no a la muy debatida y discutida Ley de la Memoria Histórica, y la decisión o no de que se cumpla, ha generado gran controversia. No podía suceder de otra manera cuando en gran parte en ella se diseñó e inició el levantamiento militar contra el Gobierno constitucional el 18 de julio de 1936, y si bien no hubo una guerra fratricida a la vista de la ciudadanía como en la España peninsular, sí que arrastró una dura represión de los sublevados con encarcelaciones, desapariciones y fusilamientos, dejando en sus familias una huella de sufrimiento y en sus amistades un desarraigo y resquemor que todavía hoy persiste en sus descendientes. Realmente ya hay tiempo para curar las heridas, 81 años, pretendiendo el espíritu de la Ley que cicatricen definitivamente. Lógico que el rótulo de una calle a nombre de los represores, los honores a quienes se levantaron en armas y hasta la visión de monumentos conmemorativos produzca dolor y repulsa en quienes sufrieron las consecuencias del golpe militar.

Ahora de lo que se trata es de no olvidar lo sucedido, a las nuevas generaciones informarles con objetividad y educarles en la paz y la concordia, sin odios, resolviendo así, democráticamente, con la palabra, y no con la violencia, los desencuentros con los que, por la propia condición humana, tenemos en todos los órdenes de la vida. Y en las cuestiones políticas, para eso está la soberanía popular representada en los ayuntamientos, cabildos, parlamentos y Cortes Generales, donde se discuten y deciden leyes que su cumplimiento facilita la convivencia ciudadana.

Pues bien, en este contexto, y volviendo a Santa Cruz, existe un monumento escultórico de bronce sobre una base de hierro, inaugurado el 17 de marzo de 1966, que representa a un ángel volando con las alas extendidas, el avión Dragon Rapide, en el que partió Franco, comandante general de las Islas Canarias, el 18 de julio de 1936, desde la base de Gando, Gran Canaria, a Marruecos, para ponerse al frente del Ejército de África, lo que se considera acto inaugural de la Guerra Civil. La espalda del ángel sostiene una figura masculina, Franco, que a su vez empuña una espada en forma de cruz cristiana, semejando al "Ángel de la Paz" que dos años antes realizó el mismo escultor, Juan de Ávalos, en el Cerro de las Aguzaderas, Valdepeñas (Ciudad Real).

La escultura está anclada en una base de piedra, y en todo su perímetro funcionaban chorros de agua, iluminados por la noche, que junto a la cascada del fondo pretendían asemejarse al movimiento del mar, siendo financiado el monumento por suscripción popular "voluntaria" ordenada por el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento, Juan Pablos Abril, médico, recordado por un ego tan peculiar que en la inauguración del quirófano del Hospital del Hierro "sugirió" ponerle su propio nombre.

Popularmente conocido como "Monumento a Franco", en 2010 el Ayuntamiento cambió su nombre por "Monumento al Ángel Caído", quizá para evitar la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, pero con la presión ciudadana y de algunos grupos políticos, en 2011 el nuevo gobierno municipal lo denominó "Monumento a la Victoria", reconociendo su origen y simbología franquista, con lo que su "enfermedad" empeoró, tanto que ahora su aspecto de abandono y desidia sorprende a los numerosos turistas de los cruceros y molesta a los vecinos de Santa Cruz.

Sobre qué hacer con el monumento tras diez años de aprobación de la Ley de la Memoria Histórica, a propósito de la reciente moción de Elena Mateo, del Grupo municipal PSOE, que comparto, consensuada con toda la oposición, proponiendo la retirada de los símbolos franquistas que todavía persisten en Santa Cruz, rechazada por CC-PP, opino que se puede mejorar ese espacio histórico evitando la parte que es simbología franquista, que podría acoger el Museo Militar, y en su lugar, mediante concurso de ideas, diseñar una alternativa de apoyo, por ejemplo, al emigrante, a los trabajadores del mar, a la Gesta del 25 de julio de 1797, a la libertad y a la democracia.

 

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