Repugnante

27.02.2018. Redacción / Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

El mundo sigue siendo injusto con los más pobres, pero sobre todo por la forma de proceder y pensar de muchos humanos, los cuales se aprovechan de las desgracias y miserias de aquellas personas que viven en países del tercer mundo. Una sociedad machista, que viene convirtiéndose en la lacra de cualquier sociedad del mundo. Recientemente, un vergonzoso y penoso escándalo salió a la luz pública, después de que la tormenta se originó por un reportaje de 'Times' en el que revelaba que siete trabajadores de la misión que Oxfam desplegó en Haití tras el devastador terremoto de 2010, entre ellos su jefe, Roland van Hauwermeiren, contrataron los servicios de prostitutas --algunas menores de edad-- con el dinero de la organización. Penoso, miserable y vergonzoso.

Como suele ocurrir en casi todos los casos de corrupción, más tarde se pronunció Médicos Sin Fronteras (MSF) anunciando haber registrado 24 casos de acoso o abuso sexual en 2017 en su organización, en plena tormenta en el sector humanitario por las acusaciones de violación en el seno de Oxfam. La ONG indicó que su dirección había recibido 146 denuncias o alertas el año pasado, de las cuales 40 “fueron identificadas como casos de abuso o acoso, al término de una investigación interna”. De estas 40, 24 eran de carácter sexual, explicó en un comunicado MSF, que cuenta con 40 mil empleados permanentes en el mundo. En total, 19 personas fueron despedidas, añadió la organización. En los otros cinco casos, “los empleados fueron sancionados con medidas disciplinarias o suspensiones”.

Por todo ello, la directora adjunta de la organización humanitaria británica Oxfam, Penny Lawrence, presentó su dimisión luego de que el diario “The Times” revelara la semana pasada que directivos y cooperantes de la ONG contrataron a prostitutas en Haití poco después del terremoto que devastó el país en 2010. Mientras, la Unión Europea amenaza con retirar el financiamiento al organismo. Por si fuera poco, hasta ahora la directora adjunta de esta ONG, que recibe cerca de 32 millones de libras (36 millones de euros) al año del Gobierno británico, pidió disculpas por “el daño y la angustia que esto ha provocado en quienes apoyan a Oxfam y en el sector de la cooperación”.

Sin duda, Oxfam se ha convertido en protagonista del mayor escándalo en el mundo de la cooperación de los últimos tiempos por los abusos sexuales de su personal en Haití y Chad, si bien la ONG británica no es la única afectada por el mal comportamiento de sus trabajadores, según han revelado esta semana varias organizaciones humanitarias. Todo este bochornoso escándalo ha motivado que la Unión Europea y Bruselas puedan retirar la financiación a la Confederación Internacional formada por 17 organizaciones no gubernamentales nacionales que realizan labores humanitarias en 90 países. Su lema es trabajar con otros para combatir la pobreza y el sufrimiento. Aunque ahora, algunos de sus integrantes, lo hacen para aprovecharse de los más pobres, con el objetivo de llevar a cabo las prácticas sexuales. Repugnante. De la misma manera, y como no podía ser menos, la ministra de Cooperación Internacional, Penny Mordaunt, aseguró que el Ejecutivo retirará los fondos públicos a cualquier ONG que no coopere con las autoridades en las investigaciones para destapar casos de abusos sexuales y no adopte medidas para evitarlos.

¿Dónde están los códigos éticos, de conductas y profesionales de estas personas que trabajan y colaboran en estas grandes ONG en el mundo? La Unión Europea debería de tener esto muy en cuenta, con el objetivo de evitar que actos corruptos propiciados por estas lacras humanas, no vuelvan a repetirse. Sobre todo, en aquellas organizaciones que reciben financiación de Europa.

Sinceramente, me duele que gentuzas como estas, que trabajan para organizaciones humanitarias a nivel mundial, se aprovechen de su condición de voluntariado o asalariado. Pobres personas que no solo fuero víctimas del devastador huracán Matthew, sino también por el abuso sexual de estos bazofias humanos.


 


 

Rafael J. Lutzardo Hernández

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