17.08.2022 | Redacción | Opinión
Por: Paco Pérez
pacopego@hotmail.com
Con mi absoluto respeto y admiración por los habitantes del islote de La Graciosa, en Canarias hay siete Islas y no ocho, por mucho que se empeñen los políticos de la parte oriental del Archipiélago y, en concreto, de la capital. Esto de considerar al principal islote chinijo como otra isla más (una consideración que no le corresponde), con el único fin de equilibrar el número de "islas" (cuatro) en cada una de las dos provincias atlánticas y por mucho que así lo refleje hasta el propio Estatuto de Autonomía, porque es --desde el punto de vista geográfico-- un disparate como una catedral gótica.
Eso de la "ocho islas" en un invento de ciertos políticos canariones, que forma parte de una estrategia muy bien planificada desde Las Palmas, para hacerse con el dominio absoluto de Canarias en detrimento de la Isla de Tenerife y de su provincia, territorios que carecen --dicho sea de paso-- de auténticos defensores de los intereses intrínsecos de las cuatro Islas occidentales.
En ese plan diseñado desde hace mucho tiempo por el sanedrín de Vegueta cabe destacar la última modificación de la Ley Electoral y del propio Estatuto, de ampliar a 70 el número de diputados, con listas insulares y una lista "regional", con el que se ha consolidado el dominio de Gran Canaria sobre el resto de los territorios insulares, al destrozar de una tacada el exquisito equilibrio interinsular ideado en su momento por UCD isleña en la Transición, con una paridad de representación entre las dos provincias, entre las dos Islas centrales, y entre las dos principales islas y las mal llamadas "islas menores".
Tenerife ha perdido, eso es evidente, representación parlamentaria en la Cámara Legislativa regional, y eso que los tinerfeños aportamos los votos, para que el actual presidente del Gobierno, el vicepresidente y la gran mayoría de los consejeros sean de Gran Canaria.
Ahora, en estos días, se está planteando dónde se ubicará la sede del Centro Volcanológico Nacional, y algunos políticos grancanarios (como Román Rodríguez) y palmeros apuestan por la isla de La Palma, confirmándose así la tradicional unión entre representantes de la islas bonita y redonda para ir contra el territorio donde está el Teide, el mayor y más alto volcán de todo el Océano Atlántico.
Tenerife carece, a todas luces, de auténticos defensores públicos, con unos representantes socialistas sin fuerza suficiente para hacer frente a las insaciables pretensiones de Las Palmas con el fin de dominar la totalidad de este Archipiélago.
Si esa es la forma de construir una región y de edificar una auténtica nacionalidad, ¡apaga la luz y vámonos¡ porque son los políticos de Vegueta los que reavivan el tan traído y llevado el "pleito insular". Que no nos engañen más. Los políticos tinerfeños y, especialmente, los consejeros del Gobierno Autónomo que nacieron en Tenerife tienen que poner, ahora más que nunca, los aguacates encima de la mesa, si es que realmente tienen aguacates.
Hasta ahí podríamos llegar, pero no hay voluntad de defender lo que hay que defender, sino determinados intereses ocultos que algún día saldrán a la luz. Y no diré más.