Somos taladores de los principios y valores morales de la vida

27.07.2024 | Redacción | Opinión

Por: Rafael J. Lutzardo Hernández

Sin duda, la Eurocopa, torneo internacional de selecciones nacionales de fútbol, organizado por la UEFA cada cuatro años, es el evento más prioritario de millones de personas de todo el mundo, salvo en aquellos países que están siendo castigados por las guerras bélicas. De pronto, medios de comunicación, jefes de estados, empresarios y deportistas famosos, se han olvidado de las guerras que actualmente se están llevando a cabo en Ucrania y en Gaza, pero también el hambre que azota en los países tercermundistas. Noticias que ya no son vendibles ni son informaciones de primeras páginas de esas miles de personas inocentes que están muriendo en unas guerras sin precedentes. De la misma manera, tampoco parece ser de interés mediático el hambre en el mundo. Esa África despojada de su material de minerales, petróleo, diamantes, oro y recursos pesqueros robados por muchos países del mundo. Así funciona el planeta tierra, pero no solamente por los caprichos naturales del universo. También, por la avaricia y el poder depredador del ser humano.

Por otro lado, muchos son los momentos donde mi mente no para de pensar sobre lo que actualmente está ocurriendo en este escenario donde vivimos, pero también es verdad que yo solo no puedo hacer milagros. Ya me gustaría a mí poder buscar soluciones que pudieran ayudar hacer un mundo mejor y más justo, pero eso es imposible. No obstante, siempre estaré disponible en colaborar en la medida de mis posibilidades, poner lo mejor de mí. Sinceramente, en ocasiones me veo impotente ante el grandísimos derroche económico que cobran los jugadores profesionales de Fútbol, pero también el dinero que recauda la UEFA. Eso es lo que divide el mundo entre ricos y pobres. Del mismo modo, otros deportes de alto nivel también están surtidos por la parte enriquecedora del poder  económico. Mientras tanto, una gran parte del mundo sufre graves consecuencias al no tener una sanidad pública, enseñanza, agua potable, agricultura y ganadería. Así funciona el progreso, la evolución humana y la inteligencia artificial.  Todos pensábamos que con la Covid-19 el mundo sería más comprensivo, más humano y más justo, pero en realidad lo que aprendimos de aquella desagradable situación pandémica es que poco nos importa lo que suceda al otro lado del mundo donde vivimos. Somos más desconfiados y menos sinceros con todo aquello que nos rodea, convirtiéndonos en verdaderos taladores de los principios y los valores morales de la vida.  

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