15.03.2021 | Redacción | Opinión
Por: Óscar Izquierdo
Presidente de FEPECO
No es novedosa la queja, lo venimos diciendo desde hace décadas, cuando gobernaban los nacionalistas y ahora cuando gobiernan los socialistas. Tenerife no levanta cabeza, es más, sus indicadores económicos y sociales son peores que nunca, abriendo una brecha negativa, cada vez más grande, con las demás islas y especialmente con Gran canaria. Aquí no funciona casi nada, no se ejecuta obra pública nueva, todos los proyectos de inversión son paralizados sistemáticamente por una administración engorrosa, sumado al interés entusiasta de los noistas de que no se haga nada. Parece que todo se vuelve en contra de una isla cada vez más degradada, con falta evidente de liderazgo y que es permanentemente maltratada por la mayoría de los distintos partidos políticos sin distinción de ideologías y una prueba evidente es que la mayoría de sus líderes son de la provincia oriental, eso no debería significar nada, pero en nuestra tierra tiene su trascendencia y a los hechos nos remitimos.
Hace ya muchos años, a finales de los años 80 del siglo pasado, en los pasillos del Parlamento, el entonces Consejero de Economía, que era muy socarrón, me decía medio en serio, medio en broma, que la capital de Canarias era Las Palmas y que Santa Cruz sólo era un pueblo grande. Pasado el tiempo, esa afirmación graciosa, se ha convertido en una triste realidad palpable e indiscutible. Por ejemplo, actualmente hay un repunte importante del sector de la construcción en la isla de enfrente y en cambio, en la nuestra hay una tendencia clara a la estabilización, es decir, ni frio, ni caliente. Ya la diferencia de afiliados a la seguridad social supera las tres mil personas a favor de Gran canaria, donde, sobre todo, en la Capital hay una expansión promotora e inmobiliaria, que no existe en la capital tinerfeña, agotada, sin rumbo urbanístico y sin obras. Más de treinta y tres iniciativas inversoras o edificatorias se están ejecutando allí, aquí no llegamos ni a cinco. Tenemos una fotografía, donde se ve en una calle, cinco grúas, más que en toda la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. La diferencia viene explicada por una mayor inversión pública por parte de los Cabildos y ayuntamientos de la provincia oriental, frente al pasotismo e incapacidad de gestión de los cabildos y ayuntamientos de nuestra provincia occidental.
El ínclito activista y a media jornada consejero de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias, se niega a instalar la regasificadora en el Puerto de Granadilla, no se entiende que no se permita una industria precisamente en un puerto industrial, pero peores cosas se han visto por estos lares. Claro, después tiene argumentos para decir que las instalaciones portuarias del sur no sirven para nada, si no dejan instalar lo que procede, todo tiene su explicación. Parece ser que es una opinión personal y no la del Ejecutivo Autonómico, pero ya ha puesto su veto. Lo que no dice es si apoya la puesta en marcha de una regasificadora en el Puerto de la Luz en Las Palmas, está calladito, por algo será.
Otro ejemplo esperpéntico es lo de los trenes, mientras en Gran Canaria hay unanimidad del Cabildo, de la sociedad civil y de todos los alcaldes por su construcción, por cierto, liderando el proyecto el partido Podemos, en Tenerife todo son trabas, donde alguna alcaldesa y algún que otro alcalde, lo niegan por unos localismos trasnochados, unido a una cobardía evidente de quienes en el Cabildo se quieren desentender del tema apostando por hacer una consulta popular. Cuando se gobierna hay que tomar decisiones con valentía, porque mirando de reojo a los asuntos complejos, se demuestra una incapacidad manifiesta para ocupar responsabilidades públicas.
Imagen de archivo: Óscar Izquierdo, presidente de FEPECO