Tóxicas… No, gracias

01.06.2025 | Redacción | Opinión

Por: Alejandro de Bernardo

adebernar@yahoo.es

Parado, mientras esperaba el cambio de color del semáforo, embebido en la bondad de las seis de la tarde de un soleado domingo de mayo… sorteando los coches,  un hombre regalaba sonrisas. Un buen hombre, pensé. No lo conocía de nada. Pero irradiaba paz. El retrovisor delataba su alma. Y, obviando que casi todo parece aterrador ahora mismo y que rozamos el borde de una catástrofe continuamente, me dio por pensar en la mucha gente buena que hay en todos los sitios. En por qué la vida continúa. En apreciar la bondad que nos rodea y que nos facilita la existencia. Esa que no ocupa titulares, que no se viraliza. La bondad de la que no siempre somos conscientes pero que, tal vez, mueva el mundo  de una manera tan poderosa como el mal.

Sé que puedo parecer ingenuo, pero creo que siempre hay algo a lo que aferrarse para no caer en la pereza ni dejarse llevar por la apatía o el abatimiento. Claro que también hay días en los que uno no encuentra tiempo ni energía  para hacer lo que le apetece. Días a medio terminar. Días sin sentido. Días que restan. Días tibios… No siempre es fácil protegerse del mal. Llega solo y sin que nadie lo llame.

Y es que hay gente que simplemente tiene la capacidad de hacerte sentir así. Personas para las que, por la razón que sea, todo está mal, todo es negativo, todo es un problema imposible de solucionar. Gente que no tarda ni un segundo en comenzar una discusión o en ver un conflicto donde no lo hay. Tóxicas les dicen ahora. Personas irascibles a las que intentas comprender sus razones para actuar así… al final, llegas a la conclusión de que lo único que puedes hacer es distanciarte de ellas.

No sé si es una percepción mía, puesto que es meridiano que hay tantos tipos de personas como personas en el mundo, pero, ¿no les parece que ese perfil para el que todo está mal , ese perfil que desconfía de los demás sin razón, ese que nunca deja de criticar, está más presente que nunca? Y entonces pienso en si todos hemos sido así en algún momento de nuestras vidas. Y me respondo que probablemente sí.

Hoy, la irascibilidad nos contagia por todas partes: en los medios escritos, en los debates políticos, en los programas de entretenimiento, en las redes... Pero si aún tenemos la capacidad de elegir… yo elijo el camino de quienes no han perdido la esperanza en la condición humana, de quienes no se han dejado llevar por la oscuridad, y si puedo, me aferro a él con todas mis fuerzas, porque la vida es demasiado corta para estar siempre enfadado. Es importante reparar en las pequeñas cosas buenas que hacen que la vida valga la pena, y en darnos cuenta de que la mayoría de las veces los momentos de felicidad son gratis. Aunque dure lo que tarda en cambiar un semáforo.

Feliz domingo.

 

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